La injusticia es la madre de la violencia y la desigualdad
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Este julio de 2024, celebramos y recordamos el advenimiento de una revolución que reclamó justicia, especialmente tributaria, donde las nuevas colonias constituidas por gente que emigró de la metrópolis europea, se asentaron en tierras norteamericanas, ocupadas por millones de personas originarias que después fueron arrasadas y despojadas y constituyó un país que, no obstante, no gozaba de independencia y tenía que tributar a Londres de todo cuanto desarrollaba en lo económico. Un aumento del impuestos, prendió la mecha y con las ideas de libertad y dignidad humana que, el pensamiento de raíz religiosa del “Gran Despertar” y la ilustración desatada en Francia fue suficiente para que Benjamín Franklin en lo político y George Washington en lo militar alcanzaran la victoria hace 248 años atrás, hecho que dio nuevos bríos a la lucha por la emancipación latinoamericana del sanguinario imperio español.
Decía el sabio Séneca que “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”. Desde hace mucho tiempo en Panamá no hay justicia tributaria. Tal como lo expresó, hace algunos años, la primera ministra alemana, Angela Merkel: “Uno de los problemas de América Latina es que los ricos no quieren pagar nada” y en el caso panameño esa afirmación es más dramática que en ningún otro lado.
Se supone que la principal tarea del Estado de Derecho material es la realización de la justicia material, respetando también, desde luego, los principios formales del Estado de Derecho, pero si es el caso que estamos ante un Estado Agonizante, casi moribundo, abatido por la corrupción general que nos ahoga, y en donde las instituciones todas, están sumidas en un sopor, y advertimos con no mucho esfuerzo que, las cargas tributarias no sólo no son justas, sino que, quien carga con los tributos es la clase media que tiende a empobrecerse y también los pobres a quienes perversamente se les ha vendido la idea de la exoneración, para sacarlos también de la escena de los derechos a exigir como ciudadanos el rumbo y destino del país.
En casi todas las constituciones políticas de los países civilizados se expresa que: «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio»
Los principios fundamentales de la Justicia tributaria son los siguientes:
1.- principio de generalidad.
Todos, sin excepción deben contribuir con el Estado a generar la riqueza para enfrentar las obligaciones de las funciones públicas. El pago del impuesto del templo.
Aún Jesús Pagó impuesto. En el Libro de Mateo, en el capítulo 17, versículo 24 y siguientes dice:
Cuando llegaron a Capernaún, los cobradores del impuesto del templo se acercaron a Pedro y le preguntaron:
—¿Tu maestro no pagas el impuesto del templo?
—Sí, lo paga —contestó Pedro.
Luego entró en la casa, pero antes de tener oportunidad de hablar, Jesús le preguntó:
—¿Qué te parece, Pedro? Los reyes, ¿cobran impuestos a su propia gente o a la gente que han conquistado?
—Se los cobran a los que han conquistado —contestó Pedro.
—Muy bien —dijo Jesús—, entonces, ¡los ciudadanos quedan exentos! Sin embargo, no queremos que se ofendan, así que desciende al lago y echa el anzuelo. Abre la boca del primer pez que saques y allí encontrarás una gran moneda de plata. Tómala y paga mi impuesto y el tuyo. Mateo 17:24-27 NTV
2.- Principio de igualdad.
Este principio en Panamá es atropellado de manera campante. Aquí los Grandes consorcios y los más ricos están exonerados. La igualdad implica la no discriminación y exige el mismo trato para los entes y hechos que se encuentran cobijados bajo una misma hipótesis. En el caso de Bancos asentados en el territorio de la República de Panamá, no solo no contribuyen como es debido con los tributos correspondientes, sino que, en medio de la crisis que vivimos, los bancos han recibido gran parte de pagos producto de un mayor endeudamiento público y para rematar se les asigna por lo menos 3,000 millones de balboas como ayuda, misma que en justicia, no requieren y que al final del camino nos toca a todos pagar esa donación y subvencionar a los que más tienen y más han ganado históricamente en todas sus actividades financieras en el país, sin que dicha actividad genere empleos significativos o dinamicen la economía en general, porque no es una actividad productiva, per se. y nunca han sido recíprocos con la extraordinaria defensa y protección que, del país reciben.
3.- Principio de progresividad.
El principio de progresividad, en derecho tributario y hacienda pública, implica que, el tipo de gravamen es función creciente de la base imponible: esto es, a medida que crece la capacidad económica de los sujetos, crece el porcentaje de su riqueza o de su ingreso que el Estado exige en forma de tributo.
4.- Principio de no confiscatoriedad.
Principio de no confiscatoriedad. En derecho tributario, el Principio de no confiscatoriedad consiste en que la recaudación impositiva llevada a cabo por el Estado nunca podrá ser tal que, conlleve la privación completa de bienes del sujeto, es decir, el 100%.
5.- Principio de capacidad económica.
Principio Tributario de Capacidad Contributiva. Usualmente se la ha entendido como la aptitud para ser sujeto pasivo de obligaciones tributarias y sostener a los gastos del Estado. Ello implica que, no se puede gravar allí donde no existe tal aptitud. … El principio de capacidad contributiva.
Cada quien contribuirá según su capacidad.
En las condiciones en que nos encontramos en Panamá, se requiere una reforma tributaria que atienda estos principios señalados y por fin exista justicia tributaria y cada quien asuma la responsabilidad de contribuir al crecimiento y desarrollo del país y a la promoción de todas las personas que lo compartimos.
¡Así de sencilla es la cosa!
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