Ramiro Guerra.
Abogado y cientista político social. (Abril de 2023).
La arteriosclerosis partidaria, lleva a estas importante instituciones de la democracia, al colapso y los limita o los vuelve incapaces de generar respuestas orgánicas a la grave situación que enfrenta la nación y el pueblo panameño.
Pregunta sencilla:
¿Son los partidos en la actualidad, instituciones democráticas para enfrentar los múltiples desafíos que tiene el país?
En esta línea, ¿ha escuchado Usted de los partidos, planteamiento alguno, de cómo enfrentar tales desafíos?
¿Ha contado el país con una arquitectura de partidos, capaz de empinarse por encima de lo coyuntural electoral-clientelar?
Vamos a lo concreto.
¿Conocen los panameños posición alguna del cómo manejar la política exterior del país?
¿De cómo salir del empantanamiento económico en que nos encontramos?
¿De cómo generar empleos?,
¿De cómo enfrentar la situación de la Caja de Seguro Social?
La cuestión partidaria y democrática se encuentra en un nivel grave de desgaste y agotamiento.
La cantidad de afiliados a lo mismo, no es necesariamente talante de que estamos frente a estructuras o instituciones de real contenido democrático.
Don Felipe Pérez, quién en vida fue un jurista de renombre, calificó en su época la partidocracia como sinónimo de no democracia.
La sociedad panameña, no percibe con claridad, lo profundo de esta crisis; es decir, ausencia de eficaces interlocutores del hacer mediador nacional.
No se aprende de los errores del pasado. En política y otros campos del quehacer humano, no existe el azar y lo casual.
Los regímenes de excepción, las salidas mesiánicas, no surgen por arte de combustión. Son contradicciones subyacentes, que exponen a la sociedad a saltos de calidad, no siempre tan democráticos.
Sabrán los políticos que sus decadentes estructuras partidarias generan ansiedad y expectativas en el pueblo, que termina apostando por liderazgos no siempre expresiones orgánicas de la sociedad.
Se la pongo sencilla, la Guardia Nacional, en 1968, se tomó el poder porque a uno que otro uniformado se le vino a la mente; ¡no!
Esa criatura se venía formando en el vientre de una sociedad y una democracia, cuyas instituciones que se decían democráticas entraron en modo moribundo, casi como ahora.
Pervirtieron el estado y la política; lo más grave, incapaces de abordar los trascendentales retos y tareas que tenía planteado el estado y la nación.
Su hacer prebendalístico desde el control del estado, los llevó a pugnas casi irreconciliables. En esa matriz, convirtieron el aparato armado del estado, en un factor beligerante.
Son similitudes, aunque en realidades y escenarios que se aproximan a tiempos vividos.
¿Estarán maduras las contradicciones en el país y la sociedad, para salidas no necesariamente convencionales?
Si estuvieran en curso tal proceso de maduración de esas contradicciones, ¿se podrá conjurar un desenlace de la naturaleza arriba mencionada?
Creo que nuestros políticos, sus maquinarias partidarias, ni idea tienen del estado de perversión en que se encuentra la democracia y el estado.
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