Por: Gonzalo Delgado Quintero
Los partidos políticos legalmente constituidos, los movimientos en formación e independientes, los partidos en la alianza gubernamental y los de oposición, los movimientos sociales de los sectores populares, los gremios, sindicatos, sociedad civil y demás, están inmersos en ese mundo de contradicciones, descrito en las entregas anteriores. Sin embargo, es preciso reconocer que es a partir de estos colectivos y movimientos sociales organizados, que se generan al menos, las propuestas reales que pueden encaminar a un cambio concreto.
Sin embargo, nos preguntamos: ¿Existe la disposición y las condiciones para lograr un verdadero cambio profundo que beneficie a los amplios sectores populares del país?. Y entonces, ¿Quién está en la posibilidad de llevar a cabo ese cambio radical?.
En el caso del PRD, en su condición de partido en el gobierno, tiene mucho desgaste a estas alturas, cuando aún falta mucho para algunas acciones y muy poco para otras. Este colectivo se aboca el próximo año, a los cambios de todas sus estructuras, es un año internamente electoral y casi se prolongará hasta empatar con las circunstancias que mueven las actividades previas, pero que tienen que ver con las elecciones de 2024. Para el PRD es una cuestión de premura, tanto en su condición de partido de gobierno como en su parte interna, en función de ganar espacios importantes que le permitan seguir en el poder o al menos ser parte determinante de lo que se presente para el 2024.
Debe recuperar espacios perdidos desde hace muchos años, por ejemplo, con los trabajadores organizados. Debe retornar a ser un partido de bases, un criterio conculcado hace mucho tiempo que lo convirtieron en un colectivo muy parecido en su actuar, a los partidos de corte oligárquicos de antaño. Debe crear nuevamente las condiciones para la verdadera democracia interna y acabar con el caciquismo que hoy se mantiene en todas las áreas de circunscripción. Ahora se tiene miedo de tomar esa decisión, porque quienes se benefician de este mal proceder político, venden el criterio de que sin ellos, el partido perdería su espacio estratégico de poder. Claro, esto hasta cierto punto es verdad, debido a que se perdió también la capacidad de la consulta que pregonaba el propio Omar Torrijos como método infalible a tomar en cuenta.
Pero quedan otros asuntos que atender en este punto. Por ejemplo está aún por subsanar la relación no tan armoniosa entre algunos dirigentes del partido con el gobierno. Entre el PRD y la Asamblea Nacional de Diputados; también, la pésima imagen de algunos diputados y políticos, las contradicciones entre los propios copartidarios en puestos cimeros, cuyas repercusiones son de carácter públicas, la afectación por ello, de la reputación de nuestro colectivo debido a estas conductas, las aspiraciones de algunas de estas personalidades de evidente mala representación a cargos en el partido, la posibilidad de estar relacionados, algunos de ellos, con personas de mal proceder asociadas al narcotráfico y blanqueo de capitales.
La próxima elección interna del PRD debe estar sujeta al escrutinio de la conducta de quienes aspiran a ocupar tales puestos, de lo contrario solo se asentará más el desprestigio que resultará en el empeoramiento de su mala imagen y la poca aceptación de nuestro partido que puede llevar a zozobrarlo en las próximas contiendas incluso, más allá del 2024.
Esta renovación interna debe ser real, lo que nos debe llevar a lograr cierto grado de unidad. Se deben deponer aspiraciones personalistas y de mezquinos intereses por un liderazgo ético. Hay que ayudar con urgencia al gobierno nacional en su gestión, sobre todo, en el tema de una comunicación más efectiva del Estado. Destacar el tema gobierno frente a su efectividad contra la pandemia, en el tema de la economía, en la vuelta a la normalidad, pero con un sentido más incluyente de los sectores populares, en acabar con el desempleo y en ese esfuerzo la participación honesta de los sectores económicos frente a dicho problema de desempleo y la reactivación socialmente desarrollista de economía.
En este punto, primer objetivo es rescatar la buena imagen del PRD, en base a una ejecutoria prístina, abocándose al mayor contacto con la gente. Entender que hay grupos políticos auspiciados por el poder económico pagados para crearle al PRD una mala imagen y encima, algunos miembros supuestamente torrijistas, están cometiendo una sarta de errores e incluso se está acendrando señalamientos permanentes a través de medios y redes sociales de supuestos actos deleznables de corrupción, coima y clientelismo y pareciese que con el solo fin de enriquecerse y mantener espacios de poder sin que ello signifique edificación alguna para el colectivo y menos para el país y lo peor es que los señalados lo hacen desde el sitial de poder que les permitió el partido.
Si estos señalamientos son falsos, entonces es necesario que los endilgados salgan y rindan cuentas al pueblo y además, hagan sus denuncias y descargos públicos respectivos, someterse a investigación como una responsabilidad personal y política, de lo contrario deben renunciar a los cargos que estén asumiendo y ser castigados de ser culpables.
Finalmente, llegó la hora de la refundación del PRD, y para ello es necesario, por encima de cualquier criterio pesimista del no se puede, volver a la senda del torrijismo.
El autor es periodista, escritor y analista