La tridimensionalidad de la circunstancia que atravesamos los panameños en este momento histórico, requiere de un frío análisis que, nos lleve a la racionalización de la salida menos onerosa, más útil para el país y especialmente que las cargas de las consecuencias, no las terminen pagando los más vulnerables y los más desafortunados del país que representan el casi 40% de la población panameña, compuesta por los pobres y la extrema pobreza en Panamá, que han pagado siempre todas las limitaciones y las desgracias en nuestro entorno.
Lo alto
Esta crisis actual, revienta por el contrato minero leonino y antipatria, pero este es uno de los muchos aspectos que, se ha juntado y ha generado la decisión de casi todos los panameños, y dentro de ellos, una especial participación de la juventud panameña de enfrentar en las calles la decisión política del gobierno de aprobar un contrato Ley que, sin hacerle justicia económica al país, genera afectaciones ambientales muy serias e irreversibles y además menoscaban la soberanía y desoye la decisión judicial de cumplir con lo establecido en resolución de la corte Suprema de Justicia del 21 de diciembre de 2017, ejecutoriada el 24 de diciembre de ese mismo año, donde establece las razones por las que el anterior contrato que le servía de base a Minera Panamá, subsidiaria de First Quantum Mineral Ltd. fue declarado inconstitucional y esta empresa no lo acató en un irrespetuoso acto contra las instituciones panameñas, sin embargo siguieron extrayendo los valiosos minerales por 5 años y 10 meses sin que existiera ningún documento legal que amparara tal actividad, convirtiéndose la empresa minera en una delincuente abierta que sustrajo miles de millones de dólares de ganancia y destrucción del medio ambiente sin que el país haya recibido la adecuada compensación por el daño. Así las cosas, este hecho representa la gota que rebasó el vaso de la paciencia ciudadana y por tal razón el pueblo se ha autoconvocado, en un ejercicio de la más pura democracia y se ha manifestado en todo lo largo y ancho del país y de allí este, el más grande y unitario movimiento social que conoce el país en los últimos cincuenta años.
Lo largo
Esta coyuntura histórica, pone en discusión la inconsistencia de nuestras instituciones democráticas y sus graves falencias al punto que, hoy la institucionalidad no responde al sentir del pueblo, sino que lo resiste y lo orilla a caminos sin alternativas pacíficas, porque hay quienes desde el Estado y las fuerzas económicas que se han beneficiado de todo este berenjenal, desean imponer por la fuerza, como ha ocurrido, hechos irracionales consumados que tienen la características de ser antipopulares y antinacionales. De modo que, la solución en estos momentos por la concentración de todas las energías del pueblo en el logro del propósito del rechazo por el camino correcto dentro del Estado de Derecho de este contrato minero que ha suido la gota que derramó el vaso de la paciencia del pueblo panameño.
Lo ancho
La extensión de la actual crisis, se mide social y geográficamente, es decir, en la participación de todas las comunidades y localidades del país, así como también el aspecto de todos los componentes que integran a la gran mayoría de la sociedad asqueada principalmente por la corrupción, que como un cáncer ha venido destruyendo nuestra institucionalidad que, da el fruto de una desigualdad en la distribución de la riqueza nacional que, avergüenza a la gente decente del país, porque nos ubica después de muchos años de crecimiento económico, en los lugares más vergonzoso de esa riqueza que se la quedan unos cuantos privilegiados.
Lo profundo
La profundidad de la crisis, efectivamente da cuenta especialmente, del agotamiento severo del modelo económico social en el que caben irracionales contrataciones, como las que hoy el pueblo rechaza en las calles, y que, atentan no solo, contra el patrimonio nacional y la biodiversidad incluyendo la vida humana de los panameños, sino que, de esa depredación inmisericorde de nuestros recursos y bienes de todos los panameños, ellos se apropian y se llevan todo y nos dejan una migaja con la que debemos, según ellos y algunos voceros oficiosos del gobierno y de la empresa, que se confunden, estar muy agradecidos por su grosera y vil usurpación.
La salida correcta:
La salida inmediata de esta crisis pasa por la resolución urgente e inmediata de la Corte Suprema de Justicia de los recursos de inconstitucionalidad y sin dejar de cumplir con los términos de Ley, la declaratoria debe ser urgente, porque de ella depende la paz pública y la vuelta al sosiego y a la vida pacífica y una vez resuelto la inconstitucionalidad positivamente, dado que el contrato actual es por lo menos, rebasado en sus causales que el contrato anterior, empezando porque el mismo no surgió de un acto publico transparente donde se asegure el mejor interés de la nación, sino de una contratación directa que, en sí misma, es un claro desacato a la decisión anterior de esta Corte y ello configura un delito claramente definido en nuestro ordenamiento penal.
Por tanto, el pueblo debe continuar en su empeño loable de restablecer un orden justo y una real democracia en el país, quienes, por sus intereses, se han convertido en un estorbo a tal pretensión deben abandonar sus egoístas posiciones y no procurar la represión que continúa contra los patriotas panameños, cuyo celo por la dignidad y la soberanía nacional lo elevan a la condición de pueblo luchador y digno.
Damos gracias a Dios, amigo de las causas justas, abogado nuestro y sabedores que, no habrá paz, si primero no hay justicia, porque el fruto de la Justicia es la Paz. Y la violencia que hoy vivimos es la prueba inequívoca de la ausencia de justicia.