aclarar las condiciones en las que pueden ser respondidas cuestiones morales y políticas.
Por: Ramiro Guerra Abogado y Cientista Político
Desde los tiempos de la liberación del suelo alemán efectuada por las tropas aliadas (Habermas evita siempre hablar de ocupación), esa noción contiene para él connotaciones sumamente positivas: «Democracia era para mí la palabra mágica», afirma en un esclarecedor texto sobre los orígenes biográficos de sus motivaciones políticas e intelectuales. Democracia es, de hecho, el hilo conductor que recorre su monumental obra. En particular, del manejo que la clase política de la joven República Federal hacían del legado del régimen nazi criminal dedujo con asombrosa anticipación los déficits que se avecinaba en la construcción de formas de vida democráticas en Alemania, déficits que solo llegaron a ser compartidos masivamente en virtud de las intensas movilizaciones estudiantiles de finales de los años sesenta.Pero, a pesar de toda la distancia crítica que Habermas ha tomado una y otra vez con respecto a las condiciones sociales y políticas para poder pensar críticamente sobre ellas, siempre se vio a sí mismo como un participante activo en la vida social y política no sólo de su país, sino también, sobre todo a partir de los años ochenta, de Europa.
Nociones de democracia
Democracia es, ciertamente, un término enormemente polisémico que se ha prestado a múltiples interpretaciones a lo largo de la historia. Entre el amplio abanico de posibilidades, la noción de democracia adoptada por Habermas –en la medida en que considera inseparables las ideas de autonomía política y libertad igualitaria–, habría de ser catalogada como una versión fuerte o radical de la misma. El énfasis lo coloca en el refinamiento y extensión del ideal participativo y deliberativo. Como en alguna ocasión reciente ha dicho, «si no queremos declarar con todo descaro que la democracia es un mero decorado, no podemos dejar de contemplar con escándalo la disolución de la política en la conformidad con los mercados y poner remedio a esta deriva».
Habermas se muestra convencido de que para esto último los ciudadanos tendrán que disponer de mecanismos eficaces para ejercer control e influencia directa y permanente en todos los niveles en que se toman decisiones que afectan a la comunidad humana. Detesta el sesgo burocrático de tantas democracias contemporáneas en que tales decisiones se negocian sin transparencias como compromisos entre poderes fácticos. Su propia filosofía se ha centrado en aclarar las condiciones en las que tanto las cuestiones morales como las políticas pueden ser respondidas de manera racional por las propias partes implicadas, por todas y sin exclusión.
También en España la comprensión habermasiana de la racionalidad práctica y de la democracia ha ejercido una considerable influencia teórica, no tanto –por desgracia– en el plano práctico. De hecho, y desbordando el marco académico, la obra de Habermas ha contribuido a la configuración del lenguaje político de la España democrática.
Compromiso con la reflexión
Esta ascendencia intelectual fue ratificada públicamente en 2003 con la concesión del Premio Príncipe de Asturias para Ciencias Sociales. Así, en la exposición de motivos de dicha distinción, se afirma literalmente: «El jurado reconoce el compromiso de Jürgen Habermas con la investigación y la reflexión crítica sobre las teorías de la sociedad moderna y los problemas del hombre actual, en busca de soluciones prácticas para el impulso de la democracia presente y futura».
Una efeméride biográfica tan señalada como es este redondo cumpleaños es buena ocasión para evocar su aportación a la comprensión de las sociedades del capitalismo tardío y del mundo en globalización. Sus lúcidos diagnósticos sociales, sus posiciones públicas sobre cuestiones controvertidas, y sus contribuciones a la filosofía moral y política han hecho de Habermas una referencia insoslayable en el mundo contemporáneo.
2 Hay varios Likes:) Gracias...