Apenas salieron despavoridos de Afganistán y de inmediato se trasladaron a Ucrania, un país que bajo cuerda han venido rearmando con equipo y material bélico pesado. Incluso con la intención de apuntalar sus fronteras con Rusia, instalándose armamento nuclear capaz de caer en Moscú en solo cinco minutos a lo que se debe agregar la posibilidad de ataques biológicos que son evidentes con el hallazgo de los laboratorios ucranianos que aún no se sabe la dimensión de lo que se estaba desarrollando.
Este conflicto como sea, involucra al mundo entero. Incluso es demencial en el terreno mediático. Desde el 2012, con el golpe de Estado pro fascista se venían“cociendo esas habas”. Llegado el momento propicio, los gringos se retiraron de Afganistán. En esa guerra se perdía más de lo que se podía ganar y resultaba mejor, como en efecto viene sucediendo, trasladar el escenario y atizar los leños del fuego de otra guerra, ahora, entre Ucrania y Rusia, que ofrece condiciones muy favorables para hacer negocios con toda la logística que infiere una guerra de tal magnitud.
Se cumplen las líneas trazadas de los grandes gurús del capitalismo. La única forma de aumentar ganancias es conseguirlas en donde existen recursos. Rusia y Ucrania tienen y muchos. Según creen, ahora sí ha llegado el punto culminante de la teoría del salvataje, el mundo comienza a experimentar la parte final de la terapia de shock al buen estilo de George Soros. Es ese tablero de ajedrez de Zbigniew Brzezinski en el que desde los años 80 juegan los miembros del Bilderberg, los 300 millonarios más influyentes y las 9 familias más poderosas del planeta y que hoy, se movilizan para tratar de mantener a Estados Unidos y sus grupos supremacistas imponiéndose su voluntad al resto del mundo y como han planteado, en esta etapa tomarse definitivamente la parte euroasiática del planeta.
Rusia se defiende. Libra ciertamente, una batalla visible contra Ucrania, que solo pondrá sus muertos, pero sin velas en el entierro, al momento de las decisiones finales. Por su parte Rusia está consciente de que su gran enemigo está aún encubierto, invisible pero real, esperando el primer recodo para atacar por cualquier vía. En ese escenario todavía los rusos pretenden tres cosas u objetivos. Una es desmilitarizar Ucrania, otra es que no le instalen armamentos pesados y mucho menos atómicos en la frontera y para ello se debe cumplir con el tercer aspecto que es la salida de los grupos golpistas neofascistas enquistados en el gobierno ucraniano. Veremos en qué termina. Aspiramos a la salida negociada, ello implicará sentarse con Rusia y escuchar lo que solicita, que está resumido en esos tres objetivos.
El autor es periodista y escritor
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