Estas palabras fueron escritas por el profeta Isaías, hace cerca de 2750 años atrás y contenidas en la Biblia en el Capítulo 59, del versículo 14 en adelante.
Por ser nuestra realidad como la describe el profeta, y quien no escribió este texto por cuenta propia, sino urgido y ungido por el Señor, para que estuviéramos apercibidos para estos tiempos, es que publicamos este texto para que todo el que tenga ojos, vea y todo el que tenga oídos, oiga, poque aún estamos a tiempo de enderezar nuestro extraviado camino.
“Nuestros tribunales se oponen a los justos, y no se encuentra justicia por ninguna parte.
La verdad tropieza por las calles y la honradez ha sido declarada ilegal.
15 Sí, la verdad ha desaparecido y se ataca a todo el que abandona la maldad.
El Señor miró y le desagradó descubrir que no había justicia.
16 Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos.
Así que se interpuso él mismo para salvarlos con su brazo fuerte, sostenido por su propia justicia.
17 Se puso la justicia como coraza y se colocó en la cabeza el casco de salvación.
Se vistió con una túnica de venganza y se envolvió en un manto de pasión divina.
18 Él pagará a sus enemigos por sus malas obras, y su furia caerá sobre sus adversarios; les dará su merecido hasta los confines de la tierra.
19 En el occidente, la gente respetará el nombre del Señor; en el oriente, lo glorificará.
Pues él vendrá como una tempestuosa marea, impulsado por el aliento del Señor.[a]
20 «El Redentor vendrá a Jerusalén para rescatar en Israel
a los que se hayan apartado de sus pecados»[b], dice el Señor.
21 «Y este es mi pacto con ellos—dice el Señor—. Mi Espíritu no los dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!”
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