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La ideología de Género y la Biología

Por: José Dídimo Escobar Samaniego

La idea de que no nacemos hombre o mujer, sino que nos hacemos a lo largo de nuestro desarrollo vital, es el terreno fundamental de esta batalla de ideas que la depravación moral busca justificar al apartarse de la ciencia y entrar en un mundo de justificación cultural exclusivamente en cuanto a la sexualidad humana.

La biología como ciencia autónoma, se encarga de determinar en el desarrollo del feto la sexualidad natural con que se nace. Las diferencias al principio de la gestación son imperceptibles, pero los avances médicos permiten que, gracias a una ecografía lo sepamos con bastante exactitud en el segundo trimestre de gestación.

Recuerdo la canción de Rubén Blades, El Nacimiento de Ramiro, en donde no podía abrazar tanta alegría junta, por haber nacido su hijo y convocaba a una fiesta nacional por tal motivo, pero rogaba, aunque andaba “en fuego” que, con el devenir, no fuera a descarriarse entre marica o ladrón, como conductas que avergonzaban cuando se hizo la canción. Ahora, sin que haya pasado tanto tiempo, nos hemos descarrilado tanto que, por poco no condecoramos con las más altas condecoraciones a los ladrones y políticos corruptos económicos y sexuales.

Así como la inseguridad nos ha llevado a que todos vivamos presos, enverjados, y los maleantes sueltos, así los varones hemos sido satanizados y quienes desafían a la naturaleza biológica, quieran invalidarla, para decirnos tal vez que, nuestro ideal de justicia para que se produzca la paz a la que aspiramos, es simplemente un sofisma. Que todo es una simple visión distorsionada de la realidad. Que hacer sexo con animales está bien y que casarse con una yegua o cualquier animal, debe ser legal, que se debe autorizar el aborto de cualquier modo y a la edad que sea, y que el incesto, lejos de ser cuestionado, debería ser legalizado, como si se tratara del ocaso moral de nuestra sociedad y la aberración se hubiera hecho cargo de las riendas de nuestra sociedad.

No se trata de que odiemos a los que decidan con su vida sexual lo que quieran, asumiendo por supuesto, las consecuencias, sino que debemos advertir que por más que se reniegue a la naturaleza biológica, es imposible convertir en mujer a un hombre a cabalidad y viceversa, y que por más deseos que tengan en reproducirse, no es posible, porque la vida tiene límites y solo se puede reproducir respetando las reglas de la ciencia biológica, es decir, allí no importa que gran carga ideológica se tenga.

En Panamá, los que han decidido convivir con su propio sexo, pueden muy bien recibir bienes en herencia, aspirar a unión civil, si lo desean y se les respeta su decisión, pero abrogarse y confundir el matrimonio como su aspiración, que solo es posible materializarlo entre un hombre y una mujer, y que se hace para reproducir la familia, aunque esté más maltrecha que nunca, si se permitiera tal pretensión, sería el último tirón antes de la caída de la familia como célula primigenia de nuestra sociedad y con ella vendría también, la debacle y la destrucción final de la humanidad.

Los movimientos que han abrazado la ideología de género, proponen una agenda política para la deconstrucción de toda la cultura: el lenguaje, el derecho, la moral, la familia, las normas jurídicas, la religión; para excluir el dato natural de que la humanidad es dual: masculino–femenino. Les parece extraño que una fuerza invisible, aquel que todo lo hizo, es el que controla la creación y sin que medie la mano humana, nacen una proporción entre hombres y mujeres, que es demostración de su poder maravilloso.

Desean una sociedad basada no en el dualismo hombre-mujer, que forma familia, sino en lo que llaman la diversidad afectivo sexual. Ya no seríamos hombres y mujeres sino diversas configuraciones de la sexualidad: homosexual, bisexual, lesbiana, heterosexual, transexual, andrógino, intersexual, pansexual, etc.; cada uno lo que decida ser, al margen de que lo que su cuerpo sea (masculino-femenino).

Ni siquiera los detuvo la pandemia que nos afectó hasta hace poco, sino que, están presionando desde hace mucho rato para que, la Corte Suprema de Justicia decida los recursos que desde hace rato los tienen entre sus manos y solo uno lo resolvieron, mismos que por la envergadura de lo que significan para nuestra sociedad, deben ser sometidos a un plebiscito o referéndum nacional para definir la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, porque no hay mejor método para zanjar tan delicado tema, en el que todos debemos determinar, porque en este caso y otros de igual peso, no podemos estar sometidos a ninguna clase de imposición, sino que debe brillar la soberanía del pueblo.

¡Así de sencilla es la cosa!

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