El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M.
Abogado y cientista político. Octubre de 2023
Los Halcones en los Estados Unidos, bailan de alegría. Construyen y alientan escenarios de guerra por doquier en el planeta. Dicho en palabras sencillas, están produciendo y vendiendo armas y tecnología de guerra, en cantidades no vistas desde hace décadas.
El presupuesto de defensa de los Estados Unidos, se aproxima a los 900 mil millones de dólares, con tendencia a crecer. Con ese dinero invertido en salud y educación o alimentación, podríamos resolver esos problemas y nuestros pueblo vivirían felices. Las guerras, no obstante, ese es el negocio de esa élite imperialista cuyo mercado se extiende más allá de lo que USA destina al presupuesto de defensa de su país.
Medios informativos han comenzado a dar cuenta de que Israel conocía de la ofensiva que el Hamas venía preparando. Eso del factor sorpresa, no es cierto. Dicen esas fuentes que Israel, alentó la situación actual y de ello dan cuenta los abusos provocaciones y ultrajes de las cuales eran objetos los palestinos.
El presidente Biden, su política exterior, está determinada por el poder e influencia que los halcones (gran industria militar) ejercen sobre su gobierno. Hoy vemos como los Estados Unidos y la alianza militar, la OTAN, hacen gala de un poder militar agresivo-disuasivo y de autor intelectual de escenarios de guerra, que han puesto en vilo al planeta y la convivencia humana.
Estos escenarios de guerra, política exterior movida por esos intereses, obligan a nuestra región a poner las bardas en remojo. Estados Unidos destina ayuda millonaria para dotar armamento a los ejércitos de nuestros países que pudieran provocar a sus contrarios, como lo han hecho con Ucrania.
Humos y una atmósfera cargada de intenciones castrense para conjurar la aparición de regímenes progresistas, soberanos e independientes. Y las oligarquías locales siempre se prestan a ese tipo de salidas políticas, sino militares de gobierno civiles de ultraderecha. ¡Ojo. En política no existe la sorpresa!
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