Hace, casi un mes que, se celebraron las elecciones generales en Panamá. De ellas, salió un resultado aritmético y también político que, aunque no es oficial aún, por razones de innumerables recursos de impugnación, debemos leerlo con cuidado, profundidad y mucha atención.
Las pasadas elecciones dejó muy maltrecho a los partidos tradicionales de los que nos ocuparemos en otra ocasión, pero profirió también, un profundo daño a la Corte Suprema de Justicia que, en un fallo sin precedentes en la justicia constitucional panameña, advirtió en unas profundas consideraciones que, la candidatura del hoy presidente, por varias razones era inconstitucional, pero a renglón seguido, en la parte resolutiva, en una muestra de incoherencia inaudita, dice que, en razón de las circunstancias, declaraba que no era inconstitucional la candidatura por lo que podía proseguir el proceso.
Cantinflas y sus geniales actuaciones, fue superado ampliamente. El Derecho y la Ley quedó atrás y dio paso a las consideraciones circunstanciales y al parecer de la Corte, cuando no, el capricho desde el Angulo político.
A ello contribuyó en gran medida, el que una magistrada de la Sala Tercera a quien desde el mes de octubre de 2023, se le interpusiera un recurso de ilegalidad contra una resolución de la Directora de Registro Civil del Tribunal Electoral, en la que restableció, sin tener la capacidad ni competencia jurídica para tal acto, le devolvió la ciudadanía a un candidato que, por no haber gestionado la recuperación de su ciudadanía en la instancia que establece la Constitución política, es decir por medio de un memorial en la Asamblea Nacional, que le asigna privativamente esa competencia, no obstante, la magistrada Chen Stanziola, guardó el expediente y es el día que, aún no lo admite siquiera, a pesar del peso del asunto y de lo abrumador del derecho que lo cobija.
Como si fuera un trapiche que muele atrozmente, las pasadas elecciones tienen la virtud de haber expuesto las partes pudendas de nuestra justicia y del más alto tribunal. Y que se sepa que tal condición, no ha sido obra, sino de sus propios miembros a quienes debemos los lodos que sujetan en esa triste laguna, a la trémula justicia.