Por: Silvio Guerra Morales
El gran triunfador, en la lucha contra el imperio minero y en la defensa de nuestra integridad territorial, dignidad y soberanía nacional, amen de la clara legítima defensa de nuestros recursos naturales y el medio ambiente, fue uno solo: El pueblo Panameño.Pecado es que alguien, a título personal, o que un determinado grupo o partido político o cualquier otra organización, ambiental o no, pueda pretender siquiera irrogarse el triunfo o que lo reclamen como trofeo de su propiedad.
Quede claro que la guía y la orientación jurídica, legal, en todo momento y muy oportuna de hombres, abogados todos ellos, como Marcel Salamín, en primer lugar, y luego, de Ramiro Guerra Morales, José Dídimo Escobar, y con posterioridad de: Dr. Miguel Antonio Bernal, Nilo González, Roberto Ruíz, Juan Ramón Sevillano, José Manuel Sevillano, Luis Barría, Marta Cornejo, Neftalí Jaén, Zulay Rodríguez, Ernesto Cedeño, Ariel Corbetti, Gilberto Boutin, Santander Tristán Donoso, Gonzalo Moncada Luna, y tantos otros, a quienes pido perdón por la omisión no querida, dado que el espacio del artículo exige la brevedad, al mismo tiempo que también pido disculpa por la pretensión de incluirme en ese no taxativo listado; siempre, insisto, dicha orientación jurídica estuvo a la orden del día, en todo momento, sin importar la noche o el día, día laborable o de descanso de fin de semana, nos entregamos, de modo incondicional, sin que mediara interés crematístico alguno o recompensa monetaria, a la defensa de los intereses nacionales, sin claudicar, sin desmayar ni dar marcha atrás en esa batalla de las ideas y de los argumentos miles del por qué el nefasto Contrato Ley No.406 de 20 de Octubre de 2023, era, manifiesta y groseramente, inconstitucional y nos encargamos, en ese sentido, de develarle a la población toda, en general, la verdadera cara de un contrato leonino y perverso y que no encerraba otro fin que el vulgar atraco a las riquezas nacionales, a nuestros recursos minerales, a nuestros recursos naturales (flora, ríos, mares, puertos, afluentes, quebradas, etc.,), amen de la entrega de enormes franjas de tierras por guayabas, por no decir que por miserables limosnas.
No olvidemos que el Estado, la Nación, entregaba al imperio minero más de doce (12) mil hectáreas a razón de un vulgar y ridículo arriendo por el que pagarían diez (10) dólares por hectárea al año. Miseria, indignación total. Bien lo decía yo en una entrevista que me hiciera el joven político Mayer Mizrachi:
“Ni siquiera a un panameño le dan una hectárea en arriendo por tan irrisoria suma de dinero al año”.
Junto a los abogados, el pueblo se hermanó en un solo haz de voluntades, con una sola consigna y un solo objetivo: Acabar con el lesivo contrato ley que devenía en una grave ofensa, en una lesión enorme, a los caros intereses nacionales y derechos de la Patria.
Por ello, los sectores que aglutinan en su seno a los profesores o educadores –ASOPROF-, a los obreros de la construcción, como lo es el sindicato SUNTRAC y a tantos otros sindicatos más, gremios médicos -COMENENAL-, y seguiría la mención interminables de grupos y sectores, sin excluir a una juventud enérgica que se envalentonó ante el imperio minero e hizo gala de gallardía y dignidad patriótica; digno de mencionar, por igual valía, a los hombres y las mujeres que en los barrios, o ya en los campos y en las calles, o en los principales focos de concentración y concurrencia, a lo largo y ancho de la geografía nacional, levantaron el estandarte preclaro de nuestra dignidad patriótica y que hizo que, al final de cuentas, que la Corte Suprema no desoyera el clamor popular de toda una nación, para concluir así, mediante el Fallo de Inconstitucionalidad de 27 de Noviembre de 2023, que en un tanto de veinticinco (25) disposiciones constitucionales habían sido violadas por los infames contenidos, plasmados en cláusulas vergonzosas, del mencionado e ignominioso contrato ley minero.
Resalto el protagónico papel de liderazgo pleno del líder indigenista Toribio García, quien con hidalguía y templanza supo cohonestar a toda la población de hermanos primarios de estas tierras defendiendo cuál Urraca o Victoriano nuestras tierras y recursos. Grande Toribio. Grandes los pueblos aborígenes.
Pecado capital sería para mí dejar de mencionar las víctimas fatales que dejó este combate por la Patria. Máxime las dos vidas de los valientes docentes de Chame, uno de ellos conocido por mi. Guardo valioso testimonio de él.
Hay que acentuar la valentía de un conciudadano, el colega, político y polifacético hombre de letras mayores, MARCEL SALAMIN, que formando parte de la comisión negociadora del contrato minero, tuvo la estatura moral de un gigante, pues levantándose de la mesa en la que se encontraban otros negociadores panameños, que se entregaban cuales prostitutas de poca monta y estima, a las exigencias del imperio minero.
Por ello, repito, gigante la postura patriótica y moral de MARCEL SALAMIN quien antepuso, ante semejante postración y humillación, la dignidad de la nación y el máximo respeto debido a nuestro pueblo, no dejándose confabular por la triste historia de la doctrina humillante del “Espejito por oro”, en la que sucumbieron políticos, todo el actual gobierno, y también hombres que, llamándose “abogados”, vendían nuestra patria al consorcio multimillonario de la explotación minera. Y aún quedan, no pocos de esos abogados, que cuales corifeos surrealistas entonan la vergonzosa canción del “mama no te vayas”.
Recuerdo que a las declaraciones públicas de SALAMIN, al denunciar y renunciar a la mesa humillante de negociadores por el Estado o el gobierno, siguieron las preclaras defensas a la Patria, enjundiosos artículos de opinión de mi hermano, jurista de mucho fuste, RAMIRO GUERRA y también del siempre excelso amigo DIDIMO ESCOBAR, colega ilustre, hombre de fina pluma, siendo que me uní a esta loable tarea, sin descansar ni claudicar junto a los letrados que he mencionado ut supra.
Recuerdo que, encontrándome en Bogotá, Colombia, finales de octubre y principio de noviembre de 2023, desde allá, robándole el tiempo y el momento a la familia, a mi esposa, a mis hijos, no cesaba de enviar audios videos saliendo al paso a cualquier pretensión de la minera y del gobierno que los aupaba, y que aún no para, a seguir en el país.
Y no poco candidatos a presidente coquetean con ese imperio minero. Como si la experiencia reciente de la lucha popular hubiere sido hecha y escrita sobre un gran pedazo de hielo. A excepción de la joven Zulay Rodríguez, no vi ningún otro candidato mostrarse y manifestarse enérgico y gallardo ante la minera y ante el gobierno. Todos balbuceaban y con el sombrero sobre sus cabezas de intereses oscuros y económicos, se entregaban apasionadamente a la defensa burlesca de la minera.
Y ahora salen, a la palestra, en penoso período de contienda electoral, connotada por una auténtica burla a la democracia, a darse golpes de mea culpa en el pecho y presentarse, ante el pueblo, como los reivindicadores de la patria, como impolutos, cuando, en realidad, nada dijeron ni nada hicieron. Penosa situación.
Luego, que venga un político que aspira a ser presidente de esta Patria, o cualquier otro, a enarbolar como propio de su movimiento o como suya una bandera que le pertenece, de modo exclusivo y excluyente, al pueblo panameño, es imperdonable. ¡Dios bendiga a la Patria!