Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Hace exactamente 50 años, cuando se empezó a construir la primera hidroeléctrica de envergadura en la república de Panamá, como parte de una estrategia dirigida a lograr la soberanía energética y poder producir en el futuro una energía barata para los panameños.
Esa obra formaba parte de un proyecto integral de Bayano que, en 1976, Omar Torrijos, inaugura, acto en el que estuvimos presentes y fuimos testigos presenciales.
Hasta ese entonces, dependíamos casi absolutamente de generación con combustibles fósiles importados y había habido la famosa crisis del petróleo en ese tiempo que nos expusieron a asumir altos precios y Torrijos y la dirección política del proceso revolucionario no querían verse disminuidos en medio de la lucha por la liberación nacional y la soberanía, sometidos por la falta de una energía más nuestra y que permitiera generar la energía necesaria para acometer las grandes inversiones que desde el Estado se iniciaron para lograr el desarrollo nacional sostenible. Había en ese entonces nobleza de principios y un alto compromiso con la patria.
Llegó la invasión norteamericana del 20 de diciembre de 1989 y, con ella, el gobierno que se instaló en Clayton esa madrugada llena de desgracia, sangre y vergüenza. Era tanto el odio que sentían por Torrijos que, lo querían desaparecer y así meses después del ejercicio del gobierno de la invasión, el vicepresidente Billy Ford, a la sazón, también ministro de planificación y política económica, presentó al país un plan dirigido a privatizar todas las innumerables empresas que tenía el Estado, presupuesto incluyendo al IRHE, que había desarrollado en ese entonces, proyectos como los de Fortuna que generaban más de 300 Mega Watts, Estrella Los Valles y algunos otros que, permitían que la matriz energética tuviera un equilibrio muy favorable para el país. Sin embargo, ese programa de privatización no solo fue rechazado, sino que no tuvieron tiempo ni la capacidad para implementarlo. Así, solo pudieron privatizar Cemento Bayano que se lo regalaron por una bicoca a una empresa mexicana y que ese solo hecho representó el incremento del 300% del valor del cemento en Panamá, con sus consecuentes aumentos de precio en los valores de la construcción, logrando con ello una contracción en el desarrollo y aumento general de los costos en ese importante rubro del desarrollo económico.
AES Panamá, compró su participación en Bayano por 70 millones de dólares de un préstamo del Banco Nacional en 1997, desde entonces sus cobros anuales son mas de 150 millones, lo que representa en 25 años cerca de 4 mil millones, en un trato absolutamente leonino y abusivo al pueblo panameño. Esas son las cosas que tienen al pueblo cabreado.
En 1994 asume la presidencia del país Ernesto Pérez Balladares y con él, cambia el método, pero se insiste en desmantelar el Estado y sus empresas. Así se privatiza el IRHE, el INTEL, Los ingenios azucareros, los casinos nacionales, los puertos, el ferrocarril, las autopistas y muchas otras empresas propiedad del Estado, causando un serio perjuicio al patrimonio de todos que, vino a parar en manos de privados y empresas que han tenido la ocasión para desangrar a los panameños y arruinar al país.
Se creó por aquel entonces, hacen 25 años, un Ente Regulador de los Servicios Públicos que luego por presión de los mismos dueños de la prestación de los servicios públicos, fue desmantelado y convertido en una oficina de cohonestación de esas empresas, llamado Autoridad de Servicios Públicos ASEP que, representa una absoluta burla a todo el pueblo panameño.
Así, la estructura actual de precios de la energía que, paga el pueblo panameño, toma en cuenta como base, no al más eficiente, sino exactamente al más ineficiente, por lo cual la energía hidroeléctrica que, es responsable de la generación del casi el 70 por ciento de toda la demanda nacional de energía y cuyos costos de generación se sitúan en aproximadamente 3 centavos por kilowatts/hora, terminan recibiendo casi 20 centavos por kilowatts/hora, disparando el precio a los consumidores y generando al mismo tiempo un atraco a mano armada a favor de las empresas generadoras que son las que se quedan con el grueso de ese atraco.
La empresa AES Panamá, en abierta colisión con la Ley, es propietaria de 70% de las generadoras de Hidro y más recientemente de la mayor planta de gas. La Ley impide, según el texto la constitución de oligopolios o monopolio, pero la realidad es que esa empresa tiene el control monopólico de la generación de la energía en Panamá y ella es la responsable del alto costo de la energía en el país, así como de sustraer miles de millones de la economía panameña para sus beneficios en una relación no solo ilegal sino, además, propia de una mafia, en este caso eléctrica.
Estas son las realidades que llevaron al pueblo a las calles, porque nos sustraen, no solo nuestros bienes, sino también nuestra paz y el pueblo no aguanta que se siga asaltando vía corrupción y las mafias esos bienes que nos permiten con la ayuda de Dios, nuestro Señor, una convivencia pacífica y la posibilidad de mejorar las condiciones en que vivimos los panameños porque estamos cansados de tanta corrupción.
¡Así de sencilla es la cosa!
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