Por: Gonzalo Delgado Quintero
Ya en aquellos tiempos en Egipto se había determinado con criterio científico la práctica de la medicina en la que se asignaba un médico para cada tipo de enfermedad. Con el transcurrir de los siglos se mantuvo por mucho tiempo el criterio inamovible del pensamiento médico a partir de que lo dicho con anterioridad permanecía en la práctica médica posterior como una referencia incuestionable.
La pandemia de la peste negra cambió esta forma de pensar en los círculos de la medicina. Después, con los aportes de Leonardo Da Vinci y el médico Marcantonio Della Torre se avanzó en la parte de la medicina anatómica. No obstante, fue en el siglo XIX que se produjeron los grandes descubrimientos e investigaciones. El invento del microscopio que ayudó a determinar la enfermedad bacteriana y otros aspectos, como los antibióticos, marcó el inicio de la medicina moderna propiamente dicha.
La medicina en el siglo XX, basada en la evidencia que brinda el estudio herbolario-farmacológico y la biología como ciencia que permite el estudio de la estructura de los seres vivos y de sus procesos vitales, hoy hace posible sustentar el modelo de salud-enfermedad determinado por factores biopsicosociales.
En la actualidad, entrada la tercera década del siglo XXI, los avances sistémicos-cibernéticos que han permitido el conocimiento del genoma humano ha llevado a identificar enfermedades ligadas a genes específicos, siendo parte de la práctica de la médica mundial. Este conocimiento acumulado, ha permitido en este momento, el desarrollo de vacunas con información genética del coronavirus del Covid 19, para que al ser inoculada, el cuerpo reaccione frente a este virus. Igualmente, se ha avanzado en la posibilidad de la detención temprana de múltiples enfermedades; el cáncer entre ellas y se realizan actividades de concienciación como es la promoción en este mes de octubre de las cintas rosada y celeste referentes a los cánceres de mamas y próstata respectivamente.
En ese sentido es justo reconocer que a pesar de las deficiencias existentes, sobre todo en los servicios públicos de salud, la medicina en Panamá ha venido avanzando significativamente en sus niveles más elevados, logrando desarrollar cirugías de alta complejidad en diversas especialidades, con intervenciones quirúrgicas y trasplantes de órganos a través de la práctica de la mano médica y científica panameña.
Una realidad desconocida por muchos, que sin embargo es posible gracias a las capacidades instaladas a partir de los equipos médicos quirúrgicos, las infraestructuras hospitalarias, el recurso humano altamente calificado y a instalaciones como el Laboratorio Nacional de Trasplante (LNT), en el Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo Arias Madrid, donde se realizan diversas pruebas genéticas que permiten conclusiones de histocompatibilidad para poder llevar a cabo complejas intervenciones quirúrgicas, incluyendo los diversos trasplantes de órganos que se logran satisfactoriamente en nuestro país. Vale decir que en el ámbito especializado que observa el LNT, la cobertura es de un 100 por ciento para toda la población incluyendo a los no asegurados y a extranjeros que cumplan con todos los requisitos exigidos.
En este sentido, las diversas instalaciones de la Caja de Seguro Social, ofrecen cobertura de salud al 80 por ciento de la población nacional, garantizándole una importante y segura cobertura, como ha sido evidenciado en la pandemia con la atención de los pacientes de la Covid 19.
Además, la CSS mantiene aún, programas importantes en materia preventiva, cumpliendo con la primera línea de prestaciones en materia de atención primaria de salud y como parte fundamental de una institución que garantiza el principio y criterio social en la atención de salud.
Este esfuerzo médico brindado en nuestras instalaciones se resume en el pensamiento del Dr. Guillermo Jaim Etcheverry que dice que: “Ser médico supone contar con la habilidad singular de mantener un delicado equilibrio entre el conocimiento científico, en el que se basa la medicina y el arte de la observación, la confianza en la intuición y la experiencia personal, cada vez que se enfrenta un paciente en un contexto caracterizado por la incertidumbre. Esencialmente, ser médico es escuchar y ayudar al otro que sufre.”
Al finalizar octubre, mes dedicado a la concienciación sobre los cánceres de mamas y próstatas, cuyos distintivos se hacen evidentes con las cintas rosada y celeste, el mensaje final es la exhortación a seguir cumpliendo las medidas de prevención y buscar la asistencia médica regular en las respectivas instalaciones de salud a nivel nacional.
El autor es escritor y periodista con 28 años en la seguridad social
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