Por Ramiro Guerra M.
Jurista, escritor y cientista político.
El calificativo de parasitaria, le queda corto a gran parte de las élites del poder económico en nuestro país.
Son incapaces de generar desarrollo en el país. Históricamente ha vivido arrimada al estado.
Razón tienen algunos economistas, al señalar que la abultada deuda externa que tiene el país, termina beneficiándolos a ellos. El grueso de esa deuda va a parar a sus bolsillos en razón de la gran evasión fiscal que representan y que luego todos los panameños debemos encarar para poder desarrollar obras para la sociedad. Y qué decir de millones de dólares en concepto de subsidios provenientes del estado que terminan precisamente en esos sectores, incluyendo al sector financiero como ocurrió durante la pandemia, sin que ello representara, alguna contraprestación a la sociedad.
Durante la pandemia, el sector privado máximo sus ganancias. Y qué decir, las sumas millonarias que ha generado la corrupción, pregunto, ¿a dónde ha ido a parar?
Imaginemos esa oligarquía, sin ese recurso del Canal (el país tránsito). Los sectores hegemónicos de las élites del poder económico, comercial- servicios y financieros, acumulan riquezas, al punto que investigaciones al respecto, dan cuenta que constituyen una minoría, valga la redundancia, muy pequeña, que se quedan o apropian del esfuerzo nacional.
Sin embargo, tal acumulación da curso a una sociedad exageradamente asimétrica, desigual.
Hagamos la pregunta, ¿conoce el país, propuesta de desarrollo nacional, presentada por esta clase minoritaria?
La falta de un mercado ampliado, es decir de circulante que mueva la economía, ha sido más responsabilidad de estos sectores que del estado.
Panamá, en la región es uno de que se caracteriza por exportar capitales hacia el origen o centros de donde proviene muchas inversiones. (energía eléctrica; puertos, comunicaciones y otros). Esas inversiones, poco o casi nada aportan al desarrollo del país. Únicamente sirven para cuantificar crecimiento porcentual y de qué sirve, sino se refleja en desarrollo.
La teoría del capital en función social, es letra muerta del constitucionalismo panameño. O la del estado orientando las actividades en dirección a que el retorno, también se traduzca en un reparto con equidad.
La oligarquía, históricamente, ha sido mezquina. No tiene corazón ni sentimiento. Juegan siempre a ganar y ganar, dejando a las mayorías, viviendo en las líneas de la pobreza y precaria sobrevivencia.
Somos la viva fotografía de un país que destaca por el desarrollo del subdesarrollo. Así de sencillo como suele escribir el Dr. Dídimo Escobar.
Un estado y una gobernanza, que se articule a esas reglas de ese juego, condena a la población a vivir lo mismo de siempre.
Dios bendiga la patria.
7 Hay varios Likes:) Gracias...