Por: Rafael Ruiloba Caparroso
Aceza su tarasca la paciencia,
Empasta su veneno en un alud.
De cieno como pasta de Ataúd,
Al su pus de hocicarte la conciencia.
Y tras la ruina, siempre la insolvencia.
Tras la caída, siempre la ineptitud.
Y tras siempre pudrirte la virtud,
Su cizaña redobla tu carencia.
Si no te hunde o te escora con su herrumbre,
Al verter su carroña y sus bagazos,
Su roña se convierte en tu costumbre
Y de tanto pudrirte con su azote,
Abona tus raíces con sus lazos
Para que pueda ser un pino en pote.
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