El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra. Abogado y cientista político.
Con la lengua, se bendice a nuestro señor padre y señor, pero con ella maldecimos a otros, sin medir las consecuencias de lo que se dice y afirma. La lengua humana es un órgano por naturaleza rebelde y si no se le controla, el que la usa puede quedar envuelto en graves situaciones y problemas. Con un fósforo se podrá provocar grandes incendios, pero con la lengua se pueden dañar reputaciones y generar todo tipo de malidicencias. Sabia la frase, antes de hablar, conecte la lengua al cerebro.En nuestro medio, existe una especie, que bien podrían denominarse, los deslenguados. Hablan sin pensar ni medir el alcance de lo que dicen.
El cogito ergo, del filósofo René Descartes, el pienso y luego existo, axioma fundamental del racionalismo occidental, en esos deslenguados brilla por su ausencia.
El cerebro, la parte del mayor desarrollo del hombre, si se usara más, habría más y mejor debate. La teoría argumentativa, es asunto más del cerebro que de la lengua.
No por casualidad, en Santiago: 3.2, se lee, que la lengua es indomable y puede terminar afectando el resto del cuerpo humano.
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