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La victoria del pueblo de Honduras: un pan ajenjo, difícil de tragar para la oligarquía.

Por José Dídimo Escobar Samaniego

El

sufrido hermano pueblo de honduras ha levantado sus manos al cielo para pedirle a Dios que le sacara de encima la angustia de aguantar desde hace 12 años, un régimen de fuerza, de fraudes, de narcotráfico y corrupción que ha llevado a honduras como a otros países al cadalso de la tragedia en que han perecido cientos de mártires, encabezados por Berta Cáceres, un empobrecimiento general que obliga a buscar al costo de la misma vida, abandonar a sus tierra y arriesgar otros caminos buscando un distinto de a la muerte.

Y Dios les abrió ayer el mar, para que pasaran al otro lado, pero como en la historia bíblica, las fuerzas del Faraón se resisten a reconocer la impecable victoria.

Doce años…”, ha comenzado diciendo Castro en referencia al golpe de Estado que sacó a su marido, Manuel Zelaya, del poder en 2009, en sus primeras palabras ante sus simpatizantes. En su discurso Castro ha dicho que “no tiene enemigos” y ha tendido “la mano al resto de partidos” en un mensaje ya con hechuras de presidenta en el que incluso ha apuntado algunas líneas del que será su Gobierno, si se confirma la victoria. Castro ha afirmado que el pueblo ha puesto fin al “continuismo” y el “autoritarismo” y ha anunciado una reforma política para “una democracia participativa y directa” para una “patria justa”, rescatando su vieja promesa de una Asamblea Constituyente. Castro aseguró que su victoria supone terminar con “la corrupción, el narcotráfico y los escuadrones de la muerte”. En sus escasas referencias feministas ha asegurado que “no fallará a las mujeres” y se exigirá respeto para ellas “así como lo que más quieren las mujeres: los hijos y la infancia”.

“Honduras siguió el recuento de votos con la tensión propia de los comicios importantes en los que un país se enfrenta a un cambio de modelo. Antes de conocerse los resultados oficiales, la candidata izquierdista y el conservador se declararon ganadores en todas las televisiones y redes sociales poco después del cierre de los colegios electorales. Ambas proclamaciones anunciaban una falsa igualdad que los datos oficiales fueron desmontando. En su estrategia de tratar de imponer una narrativa, los aspirantes rozaron el surrealismo cuando los equipos de ambos se declararon vencedores a las 11 de la mañana (hora local), aludiendo a sondeos “fiables” que tenían en su poder. A esa hora las urnas apenas llevaban unas horas abiertas”. Escribía El País de España.

La jornada electoral se desarrolló en relativa calma, aunque con quejas puntuales sobre el complejo sistema de votación, lleno de candados para evitar el fraude, pero que requiere de paciencia y de que funcione correctamente internet y la tecnología, algo que no siempre es fácil en muchas zonas de Honduras. La participación, por encima del 68% marca un récord en la joven democracia hondureña y reviste de legitimidad la victoria de Xiomara Castro.

En la acera de enfrente el Partido Nacional jugó al despiste durante la jornada a pesar de la contundencia del resultado. Solo unos minutos después de las cinco de la tarde, el partido oficial publicó en su cuenta de Twitter: “¡Vamos ganando, nuestros movilizadores nos informan que llevamos 1.225.000 mil nacionalistas registrados que han votado por Papi a la orden [como se conoce a Asfura]. ¡Cachurecos, cuidemos y defendamos nuestros votos!”. Solo media hora más tarde, el partido del presidente Juan Orlando Hernández insistió en su postura al publicar una imagen con el rostro de Asfura junto a la frase: “Ganamos, tenemos Presidente”. Tratando de construir un relato que encubriera sus acciones pero que pronto quedó al desnudo.

Los temores de que se diera un giro brusco a la izquierda contribuyeron a derrocar al gobierno del esposo de Castro, Zelaya, quien fue electo presidente, pero fue expulsado del poder mediante un golpe de Estado militar en 2009 tras seguir las políticas de Hugo Chávez, el difunto presidente de Venezuela.

Castro ha intentado tanto calmar a los simpatizantes de izquierda de Zelaya como atraer a sectores más moderados de la sociedad. Ha construido una amplia coalición con partidos de centro e incorporado a tecnócratas respetados a su equipo económico, el cual ha recibido el respaldo del sector empresarial de Honduras, tal como escribe hoy en el New York Times Anatoly Kurmanaev.

El Consejo Supremo Electoral Hondureño, ha sido sometido a toda clase de presiones y amenazas de parte de las fuerzas derechistas y eso ha dificultado que oficialmente se dieran los resultados más temprano.

La presencia del pueblo en los recintos electorales no ha permitido, como lo hicieron anteriormente, fraguar fácilmente un fraude.

Xiomara Castro ha recibido ya, varias comunicaciones de jefes de Estado del mundo reconociendo su victoria. Ella ha dicho que no la anima el odio, sino el deseo de conformar un gobierno de Unidad Nacional que posibilite la reconciliación entre los hondureños.

Las fuerzas de los escuadrones de la muerte, los narcotraficantes, y los lavadores de dinero de honduras que, han sometido a ese hermano país a una sempiterna violencia política, han sido enfrentados con la valentía popular y sus fuerzas que solo se alimentan de la cobardía, ahora aislados, los expone a acciones desesperadas de las que el pueblo debe cuidarse con la ayuda de Dios y mucha sabiduría, porque las esperanzas han vuelto para los hondureños de bien y ese alto propósito, es menester protegerlo.

¡Así de sencilla es la cosa!

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