Por: Pedro Rivera
Los sectores populares, sobre todo los revolucionarios, si quieren introducir cambios estructurales, con la actual coyuntura, en consideración de las condiciones objetivas y subjetivas, en los ámbitos domésticos y geopolíticos, y de paso crear conciencia política cultural, deben establecer alianzas estratégicas con otros protagonistas sociales. Solos no van ni a la esquinaEn verdad os digo que, si estos mantienen un discurso excluyente, sectario, tratando de inducir miedo a sus adversarios, en una población cooptada por las hegemonías, en un Estado clientelar, no alcanzarán los efectos esperados a corto, mediano y largo plazo.
Menos si asustan a la población no militante, adicta a la sociedad consumista.
Estás alianzas deben incluir sectores empresariales, [pocos, pero los hay], sobre todo en sectores vinculados a la producción nacional.
También deben cooptar campesinos, micro, pequeños y medianos empresarios, ecologistas, cooperativitas, miembros de las capas medias, grupos nacionalistas, antimperialistas, antirracistas y etarios, mujeres, juventudes y otro tipo de luchadores sociales.
Hay que manejarse con un discurso apropiado para estos sectores.
Los beneficios que reciben, como producto de las luchas que encabezan, los agradecen transitoriamente, pero no crean empatías duraderas, raizales y sostenibles. Por eso, a la hora de escoger a sus gobernantes, por ejemplo, se inclinan por opciones contrarias consuetudinariamente contrarias a sus intereses,
Estos sectores tienen puntos de coincidencia, convergen en algunas aspiraciones, aunque ellos no lo vean, muchas veces por el miedo que les infunden y el oportunismo. Estas alianzas, del tipo frente popular, están funcionando en otros países de la región con buen talante.
La naturaleza humana es un factor, muchas veces determinante, en su comportamiento biológico, psicológico, emocional, y social. Hay que tomarlos en cuenta en los análisis de coyuntura y debates públicos.
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