Más allá del electoralismo, sepamos
Por: Gonzalo Delgado Quintero
La intención es un poco también, ir más allá del afán electoralista, que no es malo, pero que no es suficiente. Es sobre todo, imponer con fuerza, el carácter torrijista que demandan estos tiempos a sus principales líderes y que no están cumpliendo. Los actuales dirigentes se han entregado a la práctica mal sana y politiquera de instrumentalizar al partido sólo para su beneficio personal y en la práctica de la gobernanza se han sometido al neoliberalismo.
Además, se han estado enriqueciendo, algunos, promoviendo el clientelismo deshonroso para proseguir en el poder y ello ha llevado a un descalabro evidente del principal instrumento político que aún subsiste dejado por Omar Torrijos, el Partido Revolucionario Democrático. Si liquidan o debilitan al PRD por culpa de miembros de esta cúpula, el proyecto torrijista fracasará.
Al PRD y a los torrijistas les falta cumplir el segundo gran objetivo, que es lograr el desarrollo social de los panameños y si no se consigue, el colectivo estará en peligro inminente, en proceso de extinción. Aclarados estos puntos arriba señalados, iniciamos este sencillo, pero significativo aporte, aprovechando la oportunidad que ofrecen estos tiempos electorales para que los más interesados vayan recordando porqué hay que seguir hablando de Omar Torrijos y los más nuevos aprendan.
En la década de los 70’s bajo el liderazgo de Omar Torrijos Herrera, se desarrolló lo que el mismo señaló como el Proceso Revolucionario, fundamentado en una alianza con los sectores populares del país, que solo fue posible con el poder militar que le garantiza la entonces Guardia Nacional que le permitió en gran medida, la unidad nacional requerida para la contención interna de las fuerzas oligárquicas y hacia afuera, una mayor posibilidad de éxito en las negociaciones de un nuevo tratado del Canal de Panamá.
En el día de ayer, el Licenciado Gonzalo Delgado Quintero, presentó sus documentos para aspirar a la Primera Subsecretaría del PRD en señal de que la dignidad se enfrenta contra la chequera del clientelismo.
En el ámbito doméstico, Torrijos rompió la relación histórica del poder militar que hasta 1968 se había mantenido en un estrecho contubernio con el poder económico. Fortaleció las capas medias y permitió a los sectores populares, como nunca, la posibilidad de intervenir en las actividades políticas, económicas y sociales a través de la apertura del mayor y más amplio espacio de inclusión que significó la consolidación de una verdadera democracia participativa.
Ese divorcio del poder militar y la oligarquía produjo lo que el propio Omar denominó las segundas nupcias que obviamente resultó en la nueva relación de las fuerzas armadas y el pueblo. Se lograron los consensos y el apoyo necesario para la firma de los Tratados Torrijos-Carter, a pesar de la resistencia de la oligarquía nacional y de sectores de la ultraderecha política estadounidense que se oponían a estos convenios. Para los efectos del logro de este gran objetivo, Panamá también recibió el casi total respaldo internacional.
Logrado los tratados, la rancia oligárquica en oposición, reacciona amparada bajo la figura de los clubes cívicos y los gremios empresariales. Organizan campañas a través de los diversos medios de comunicación que controlaban y, además, crearon otros medios como el diario La Prensa, destinados a servir a estos intereses reaccionarios. De vuelta en el país por presiones contra Torrijos y a petición del propio Jimmy Carter, los otrora grupos militantes de la ultraderecha política opositora se dedicaron a conspirar contra el Proceso Revolucionario Torrijista.
Sin embargo, se logró sumar a personalidades de este grupo social que mantenían posiciones de avanzada y progresistas, que entendían los objetivos claros que pretendía el líder Torrijos.
En esos años (70) se logró también un significativo avance de la economía y como Estado productor aumentó su presencia y las capacidades productivas en diversas actividades agroindustriales como fue la actividad azucarera, arrocera, maicera, tomatera, avícola, ganadera y cooperativistas; además de otras obras públicas de impacto en la red vial, caminos de producción, hidroeléctricas, comunicaciones, aeroportuarias y la construcción de grandes proyectos de viviendas. Además, se creó el centro bancario, se expandieron las edificaciones escolares, los centros de salud, los acueductos y alcantarillados en la ciudad y el campo.
Finalmente, se consolida el ámbito de los derechos laborales con el Código de Trabajo de 1972, se plasma la Reforma Educativa, la educación superior se democratiza, se impulsa la modernización del transporte y se consolida el Poder Popular con los 505 Representantes de Corregimientos distribuidos a nivel nacional.
Cumplido el primer objetivo estratégico (los Tratados) Omar Torrijos se repliega a los cuarteles y permite la apertura partidista que abre sin restricciones, espacios de participación política a todos los grupos, lo que garantizó que la vieja oposición reiniciará su trabajo político. Se abren las inscripciones políticas en 1979 en los meses siguientes los partidos panameñista y la Democracia Cristiana, principalmente desarrollan sus estrategias enmarcadas en el principal objetivo de destruir o al menos disminuir las obras, el prestigio y poder alcanzado por el torrijismo, lo que lleva ese mismo año a la derogación de la Reforma Educativa.
A finales de los 70’s y con la entrada de los años 80’s se presentaban dos aspectos adversos al torrijismo; uno era el debilitamiento del modelo económico vigente, que ya venía siendo vulnerado por las imposiciones foráneas; pero también, se producía la transición hacia la apertura y retorno de un régimen multipartidista. Ambos conspiraban en contra del Proceso Revolucionario.
Sin embargo, Torrijos para ese momento había consolidó el Estado Nacional con una visión concreta de soberanía. Igualmente, logró el avance del nivel de vida de los panameños más importante de la historia y a pesar de las fallas que se tuvo en el manejo del nuevo sistema educativo, en el proyecto de asentamientos campesinos y algunos proyectos agroindustriales, se siguió avanzando en otros aspectos.
Omar Torrijos muere en 1981, oficialmente declarado como un accidente, aunque muchos dicen que fue un atentado. Pero en ese escenario de ausencia del líder, las fuerzas dirigentes no fueron capaces de llenar el vacío dejado. Aunado a esta dolorosa pérdida y a las disputas que se habían generado en la Guardia Nacional que obviamente afectaba la dinámica política, en Estados Unidos asume el poder Ronald Reagan que vino a consolidar el proyecto de la ultraderecha, de esos mismos grupos que se habían opuesto en 1977, a la firma de los Tratados del Canal.
Después de la desaparición física de Torrijos que produce una lucha interna que de paso se llevó a los presidentes Aristides Royo y a Ricardo De La Espriella y a dos comandantes militares, Florencio Flores y Rubén Darío Paredes. Las peleas sacaron a flote las situaciones de corrupción de la Caja de Seguro Social (programa hipotecario) y de COFINA (los préstamos dados a empresarios que nunca pagaron). Por añadidura este escándalo debilitó a las fuerzas del proceso torrijista que no lograron reorganizarse.
Inmediatamente después y aún en medio de grandes contradicciones en 1983 se introducen profundas reformas al sistema político que hasta entonces había descansado en el Poder Popular, la Guardia Nacional y el Órgano Ejecutivo. Desaparece esta estructura para dar paso a la Asamblea Legislativa, hoy de Diputados y cambió el papel que hasta ese momento habían jugado los Representantes de Corregimientos, reduciendo su ámbito de gobernabilidad solo a su carácter administrativo en sus respectivas circunscripciones (corregimientos).
Además, en medio de esa circunstancia se perdieron por abandono una serie de programas sociales como fueron los Asentamientos Campesinos y peor aún, la relación que hasta entonces se había tenido con los sectores populares.
Con las reformas constitucionales se retomó el viejo sistema electoral, al viejo estilo de los partidos tradicionales y en 1984, con las incertidumbres, las contradicciones y disputas que aún estaban a flor de piel, se lleva a cabo las elecciones. Del resultado, la oposición denuncia fraude electoral de esas elecciones; sin embargo, asume la presidencia el Dr. Nicolás Ardito Barletta. No obstante, las contradicciones continuaron en medio de la conducción errática de los nuevos líderes del proceso.
Las fuerzas estaban polarizadas por la ADO (Oposición) y UNADE (Gobierno). La oposición en ese año, en octubre, a raíz de una serie de medidas económicas tomadas por el gobierno de Barletta, capitalizó aún más el escenario político. Estos ajustes vinieron a ser una regresión del proyecto torrijista y quienes dirigían el país, no fueron capaces de articular las compensaciones que permitieran mitigar y mantener el apoyo de los sectores populares.
Barletta con estas medidas alejó más cualquier apoyo popular y bajo la presión política de los sectores torrijistas, además de las que le habían procurado las provenientes del poder militar por sus declaraciones a favor de una Comisión Investigadora de la muerte de Hugo Spadafora Franco, provocaron su dimisión.
Desde la renuncia del Dr. Barletta hasta 1987 ocurrieron una serie de sucesos que fueron agudizando las contradicciones entre los dos grupos que venían polarizados desde 1984. Ocurrió el asesinato de Hugo Spadafora; también, las declaraciones del coronel Roberto Díaz Herrera, además de la prensa estadounidense que mantenía ataque consistente contra la dirigencia torrijista a lo que se añade el senado que apoyaba tal situación de complot.
Se había creado la condición fijada por la conducta imperial casada con la oligarquía local para arrebatarle el poder a las fuerzas torrijistas. A la conspiración se sumó la jerarquía de la iglesia católica y medios de comunicación (La Prensa y otros) que se convirtieron en aparatos de propaganda y agitación a favor de la conjura.
Desde antes estaban sumados los clubes cívicos y los gremios empresariales. Ellos desarrollaron campañas anti torrijistas. La oligarquía intentaba tomarse el poder nuevamente y entendía que las fuerzas del proceso eran las únicas capaces de mantener un equilibrio en la administración del Estado. Aún se mantenía un programa económico que no era contrario a los sectores populares, pero estaba debilitado y en paralelo la oposición de manera traicionera ya trabajaba a favor de un nuevo sistema económico foráneo (neoliberal) imperial y globalista en contra del proyecto benefactor fijado en el país por Torrijos y los sectores populares.
En el plano internacional, Omar Torrijos había logrado una de las más alta y suprema presencia lograda por país alguno. El Grupo de los Países No Alineados y el Grupo de Contadora fueron receptores importantes de las aspiraciones de Panamá y en el marco de las circunstancias de los últimos años de la década de los 80’s, fueron las instancias principales a las que se llevaron las reclamaciones y las constantes denuncias de las violaciones cometidas por Estados Unidos contra lo contemplado en el Tratado Torrijos – Carter y al interés norteamericano de permanecer entonces en Panamá con un pie importante de su fuerza militar después del año 2,000.
Continúa…
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