Analizando un cuadro relativo a los votos en la ciudad capital, me llamó la atención que, en corregimientos como Chorrillo, Curundú, San Felipe, Río Abajo y Calidonia, el candidato Mulino, le ganó en votos al candidato Lombana. En el resto de corregimientos éste último sacó más votos.
Los corregimientos donde ganó Mulino, son mayoritariamente población de bajo o pocos ingresos. En el caso de Lombana, son sectores de capas medias bajas y media media y alta.
Lo anterior pudiera significar que, en caso de los corregimientos de pobreza evidente, la población fue muy susceptible al discurso de más “chen chen”. Lo compró y se tradujo en votos.
Tendría que ver el mapa territorial, pero conjeturo que algo parecido ocurrió en todo el país. En Colón, una provincia golpeada por el desempleo, Mulino se alzó con la victoria. En el caso de la provincia de Bocas del Toro, siendo ésta, fuertemente reprimida por el ministro de seguridad de ese entonces el señor Mulino, bajo el mandato del gobierno del señor Martinelli, los bocatoreños votaron a favor del candidato de RM.
Lo anterior nos llevar a sostener que, el voto ciudadano en nuestro país, es susceptible de ser influenciado por cuestiones triviales y promesas que tocan los intereses más inmediatistas del votante.
Bien me lo decía el maestro y politólogo, Simeón González, la gente no vota por programa ni le interesa. Tesis válida, en un medio donde la educación no forma hacia una cultura del disenso; menos a dudar y pensar.
Se dice que las comparaciones son necias. Pero las creo necesarias.
Leí un escrito del fraile brasileño Frei Beto, en torno a las elecciones donde perdió el PT y ganó Bolsonaro. En ese escrito señaló que, en el gobierno de Lula, más de dos millones de pobres pasaron a integrar a sectores medios en el Brasil. Sin embargo, votaron por Bolsonaro. Su crítica apuntó que, no basta solo mejorar las condiciones de vida de los pobres. Eso tiene que venir acompañado de formación ideológica masiva.
Todo lo señalado arriba en este artículo, pone de manifiesto el hecho de que poco éxito puede tener una alternativa que no se preocupe del tema de la organización para un evento electoral.
Aparecerse cada cuatro años para participar en unas elecciones, no produce buenos resultados. Muy a pesar de un buen y progresista discurso, queda atrapado en la lógica electoral, sustentadora del establishment.
Para participar en unas elecciones, hay que hacerlo desde el día siguiente en que finaliza las elecciones.
La lucha política electoral, es muy distinta de la lucha gremial.
Como entender que las propias bases o gente que se moviliza gremialmente, en una elección, vota hasta por sus propios adversarios. (de clase).
Lo anterior me lleva a sostener que, hace falta una real dinámica de autocrítica. Sobre todo, de los sectores que juegan a una alternativa política de reales cambios y que mediatice el control, dominio y hegemonía de las élites del poder económico.
Queda en evidencia que, el factor educación de la población juega un papel importante en unas elecciones.
Está el debate abierto.
Que la autocrítica tiene a mejorar para retos políticos.