(Testimonio)
El niño, escuchaba la sirena del carro bomba que le habían traído a un amiguito y el tiqui-taca de su pistola de mentira. Y él nada de juguete. Ese día como un riachuelo, no paró de llorar. Sufría, pero más sufría la viejita, su siempre compañera, que no tenía para comprarle nada. Ese día, al atardecer, se dirigió hacia la tienda del chino Wong y a ruego, le solicitó que le fiara un juego de pistola al mejor estilo del viejo oeste.El niño dejó de llorar y en vez de lágrimas y tristeza, volvió a sonreír. Ese día dejó de ser triste. La deuda era lo menos. Gracias abuela, mami Delfina.
Ese niño se llamaba y se llama Ramiro Guerra.
5 Hay varios Likes:) Gracias...