Los hombres que naturalmente nos creemos superiores al resto de la naturaleza, muchas veces en nuestra experiencia vital debemos advertir que, somos especialmente vulnerables y que somos como nada cuando las fuerzas de la naturaleza pensamos que se rebelan contra la improcedencia que nosotros tratamos sin consideración a nuestro propio entorno y hasta los que con nosotros comparten la experiencia única de la vida terrenal.
En estos, en África, Europa, Medio Oriente, y también en América y especialmente en nuestro país, Panamá, las fuerzas naturales se expresan con fuerza descomunal para decirnos con claridad que no somos los dueños, sino los mayordomos y que la naturaleza hecha por Dios, clama y vomita desde sus entrañas, la maldad que sembramos a cada instante con nuestras injusticias y nuestras guerras contra nuestros propios hermanos en que se derrama sangre inocente como la de Abel.
Reflexionemos sobre los resultados que nos esperan si continuamos por el camino de la insensatez y la indolencia contra nuestra propia especie y el resto de la naturaleza.
Enderecemos nuestro camino y recuperemos los más altos valores y principios del Amor y la solidaridad que nos identifican desde la creación para volver a armonizar nuestra existencia con el resto de la naturaleza.