Por: Isis Jaén
Si algo ha quedado demostrado en el período post invasión es que hay dictadores sin uniforme. Ladrones de cuello y corbata, cuyos apellidos no son González ni Pérez. Sólo son unos oportunistas que esperaban su turno para robar y matar. Lo hicieron sin asco y no han sufrido las consecuencias de sus actos en la justa medida porque son leales entre ellos.
Pero hablemos de educación, ya que muchos se consideran expertos, pero jamás han entendido lo que significa ser un docente de un centro educativo del sector público.
A los colegios privados, de manera general y salvo contadas excepciones, entran individuos privilegiados. Pasan un riguroso examen psicológico y de conocimientos para poder acompañar el nivel de enseñanza que imparte el plantel en cuestión. Esos alumnos tienen acceso a los recursos económicos necesarios para seguir de forma adecuada las exigencias escolares. Libros, útiles, computadoras, acceso ilimitado a Internet, formas cómodas para llegar y salir del predio escolar, buena alimentación y de ser necesario, tutores que les ayuden en sus clases.
La realidad de los centros escolares públicos es muy distinta. No se discrimina mediante un examen a ningún estudiante para su ingreso, así que recibimos a todo tipo de escolares con distintos problemas económicos, sociales, cognitivos y de discapacidad física e intelectual. Hacemos malabarismos con nuestros ingresos para comprarle a nuestros estudiantes desayunos, almuerzos, pasajes, libros, uniformes y hasta pagamos consultas médicas. Muchas veces no contamos con materiales suficientes y básicos como pilotos, borradores y tenemos que sacarlos de nuestros bolsillos.
En nuestras aulas de casi 50 estudiantes, no se puede ni caminar porque no están diseñadas para albergar esa cantidad de personas. No hay sillas suficientes para que todos se sienten y el hambre y la desesperanza rondan por doquier.
Las partidas del FECE, siempre atrasadas, la falta de personal adecuado y la irresponsabilidad de las autoridades responsables hacen que, los educadores tengamos que hacer milagros para que los chicos puedan aprender.
Un niño con hambre, no aprende. Un niño sin salud, no aprende, un niño cuyo padre sólo tiene dinero para mandarlo al colegio dos veces a la semana, no aprende.
Sin querer quitarnos de encima una parte de la responsabilidad del producto que sale de nuestros colegios, no podemos dejar de denunciar a los políticos y periodistas déspotas y oportunistas que, ante el inminente torneo electoral muestran sus verdaderas caras.
Todavía tenemos fresca la masacre de Bocas del Toro, los defensores de los proyectos mineros y los periodistas sin alma que convenientemente atacan hoy a los educadores y mañana los defienden de acuerdo a como convengan sus intereses.
¿Quieren una mejor educación? Resuelvan el hambre y la pobreza, provean a tiempo los recursos necesarios para enseñar, construyan centros educativos adecuados y nombren al personal suficiente para atender los casos especiales. Dejen de estar nombrando personal administrativo sin ninguna experiencia, ni calificación, que no sea la política, eliminen las escuelas rancho, provean el mantenimiento necesario y entonces, sólo entonces, podremos aceptar la culpa total de la mala calidad de la educación.
Es muy fácil para un aspirante a la presidencia, cuya vida llena de privilegios ha sido su tónica, culpar o intentar manipular las declaraciones de sus contendientes en materia educativa.
Los docentes de este país han sido agentes de cambio importantes en la vida nacional y los muertos y heridos cuya sangre riega las calles, ríos y montañas de esta nación viene del movimiento popular donde la clase magisterial ha puesto su cuota de sacrificio.
A los casi 50, 000 docentes que tiene este país, qué tienen padres, hijos, hermanos y parientes, les recuerdo que podemos hacer una fuerza electoral mayor que 1.000.000.00 de votos y juntos podemos escoger a quién gobernará este país en el próximo quinquenio. Depongamos nuestras diferencias y recordemos
9 Hay varios Likes:) Gracias...