Por Ramiro Guerra M
Abogado, escritor y cientista político.
Javier Milei. El pueblo argentino condenado a la miseria y a él poco le importa.
Un parraquiano, Dr. en derecho, le escribe al director del periódico, Dr. José Dídimo Escobar, el por qué publicaba mis artículos relativo a los análisis que a menudo hago con relación a la cuestión nacional e internacional.
Su incomodidad, por el análisis que hice sobre la situación electoral en Venezuela y los resultados. Son dogmáticos al extremo.
Coinciden con las locuras de un Javier Milei, presidente de Argentina. Este se oye a sí mismo y se asusta por las barbaridades de lo que dice o afirma. Sus descompensaciones son de tamaño familiar.
Cuando uno le sigue la pista a la ultraderecha latinoamericana, resulta obvio, algo profundo y grave ocurre con el capitalismo neoliberal, sinónimo de salvajidad, signo de una crisis seria de legitimidad de esta forma draconiana del sistema capitalista, que no entiende de democracia, diálogos, gobernanza con equidad y equilibrio y presume que la mayoría de los seres humanos no merecen la dignidad que les es propia e intrínseca.
Lo ocurrido y lo que viene ocurriendo en Venezuela, es el rostro real y verdadero de un proceso de fascistización en la política y la economía.
Observo comportamientos absurdos e irracionales. En nuestro país una derecha que se cree más radical que la propia derecha venezolana. Observamos a una señora que fue presidente, hablar de libertad. Los panameños no olvidamos que, en la oscuridad de la noche, dejó libre a unos terroristas, que se le seguía juicio en nuestro país. Le supo a cero la institucionalidad de la justicia. Violar de esa manera la Ley y la Constitución, bien le merecía varios años en la cárcel de mujeres.
Volvamos a Venezuela. La derecha internacional, su tutor USA, tenían todo el montaje del fraude de previo montado. Lo de hoy es un retrato de una oposición que, de democrática, no tiene nada.
Están aupando, un enfrentamiento violento y con ello vender en el mundo que la Venezuela, la de Bolívar, es ingobernable. El libreto lo hacen pasar en las redes y todos los medios de su propiedad. Todo el aval y apoyo de los Estados Unidos y ahora de gobiernos que no reparan en su abyección y servil dependencia, de una potencia que nos considera su patio trasero.
La sra. Corina que, tanto ama a Venezuela, fue la que pidió la intervención e invasión militar de los Estados Unidos. Previo a las elecciones hizo llamados a la insurrección del ejército boliviano. Increíble, van a unas elecciones sin programa alguno. Su programa, entregar la soberanía a otro país, igual sus recursos petroleros y otros.
Hay gente que el odiar es parte de su existencia; no saben lo que es vivir en convivencia y paz.
El presidente Venezuela, le ha tendido puentes a toda la oposición. Pero esta gente cuando escuchan que el diálogo es con todas las fuerzas vivas de Venezuela, con los sectores populares, entonces pegan el grito al cielo. La derecha, la ultra derecha, la oligarquía, lo he escrito, discrimina al pueblo. Vamos más lejos, odia a los sectores subalternos de la sociedad. Es una realidad dura, hay gente que le gusta doblar el lomo. Le gusta la vida en un estado de servidumbre.
Como entender que, teniendo una fotografía de un sistema perverso, opinan y escriben, llevando agua al molino de la ultraderecha. No distinguen al real y verdadero adversario y quedan coincidiendo con ese estado de oprobio y explotación de un sistema económico, que se ha vuelto inhumano y salvaje.
Seguiré con mis artículos y opiniones. Me resbalan las etiquetas. Mi compromiso es con la sociedad y los golpeados por un miserable sistema que los considera desechables.
Tenemos retos inmensos; entre ellos una especie de revolución cultural, que saque a las masas de esa brutal manipulación de conciencias, que solo sirve a los poderosos.
De estas cosas, no hablan ni escriben mis detractores.
Seguiré esforzándome en hacer docencia, academia, en lo que conozco y me prepare. Teoría del derecho y la ciencia política.
Siempre he escrito, el conocimiento, su único dueño, es el pueblo y resulta hasta un deber moral, transmitir conocimiento.
El dogmatismo, como las poses fundamentalistas y sus bases de irracionalidad, no augura ningún diálogo productivo.
El que quiera leer, que lea; y el que quiere oír que oiga. Ese es su problema; una especie de ontología del redundante yó. En esa, no camino.
Venezuela, recorre el camino difícil hacia una real libertad; no la de mercenarios, la de imperios que solo conocen de sus intereses.
Un mensaje último a mi patria y mi pueblo, no te dejes manipular. Sometan todo a la conciencia crítica.
Dios bendiga a mi patria.
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