El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: Gonzalo Delgado Quintero
Los políticos o más bien los politiqueros y electoralistas, son como la higuera estranguladora o matapalos, esta especie vegetal tiene la particularidad de ser epífitas que significa que viven inicialmente sobre otra planta que usan de apoyo para crecer; allí, sobre la canopia, posadas encima del conjunto verde de la copa de los demás árboles, sin competir por la luz, esperan de manera oportunista, el momento de anclar sus raíces y asfixiar el huésped que lo ha sostenido.
Esa figura de la higuera matapalos, es muy común, en su sentido figurado, a la mayoría de nuestros políticos. Son en principio, epífitos que van creciendo hasta anclar sus raíces adventicias y fúlcreas en el suelo abonado por el cuerpo muerto de la otra especie arbórea que lo sostuvo.
A la higuera le gusta los suelos pobres, donde se desarrollan mejor. Cuando crecen, de ellos se alimentan los monos aulladores, que reciben los beneficios momentáneos que los vuelve alaracosos y frenéticos. Su naturaleza después de crecido como árbol frondoso, es exigir espacios cada vez más grandes y en ellos se van cobijando los nematodos parásitos.
Pariese ser que la similitud de esa actitud política, es increíblemente parecida a esta simbiosis de la naturaleza del higuerón que atrapa al otro árbol, sin que este se pueda defender y cuyo final es su muerte por estrangulamiento. En esta similitud, preguntaría hoy, en medio de este torneo electoral, quién es el político higuerón y quién el huésped que, en su momento fue portentoso y que ahora, se encuentra preso por las raíces que lo fueron cubriendo, que ayudó a crecer y que ahora lo está asfixiando inexorablemente.
El autor es periodista, escritor y analista
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