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los Libertarios: Un Movimiento Neo-fascista  

Por Gonzalo Delgado Quintero 

 

El libertarismo o el autodenominado progresismo es la nueva falacia del neoliberalismo encubierto, ahora, con una retórica ajena que se apropia a través de la estrategia de mezclar las ideas neoliberales estructuradas y discursivamente dichas a partir del concepto ideológico progresista. 

Los promotores del progresismo libertario no plantean cambios estructurales o al modelo económico y ni hablar del propio sistema. Te defienden, eso sí, temas como la inclusión, la diversidad, derechos civiles. Atacan la corrupción; pero también lo hacen contra las estructuras existentes como, por ejemplo, las leyes, los organismos estatales, los partidos políticos con todo tipo de epítetos, incluyendo, el hecho de su antigüedad, señalándolos de tradicionales, como si este hecho, resultara negativo; incluso, algunos sobrepasan la línea y plantean el desconocimiento del Estado. 

Claro está que esos ataques tienen una total justificación; pero, lo malo de toda esa parafernalia es que a través de esos grupos no se alcanza el verdadero cambio, en tanto, te siguen explotando, privatizando, desregulando y aplicando las leyes del mercado y con ellas, el abierto desconocimiento al derecho y las conquistas laborales. 

La estrategia de todo esto es que son entidades que dicen promover la responsabilidad social empresarial, utilizan un lenguaje incluyente, dicen defender derechos de las personas, pero a la vez, siguen pagando sueldos miserables oponiéndose a la revisión del salario mínimo, como es nuestro caso. 

Todo, absolutamente, permite que las élites económicas sigan manteniendo el total control y la clase política, en realidad no cambia, porque quienes se adueñaron del discurso progresista, estos no eran sujetos de cambios, sino la expresión del clásico oportunista barnizado de una seudo justicia social usando reclamaciones de inclusión, diversidad, ambientalismo, garantías fundamentales o derechos civiles, tan solo, como estrategia de mercadeo. Así vemos, hoy, a movimientos declarados independientes, de cuyos orígenes internacionales vinculados a George Soros hablaremos en otro artículo. 

Así las cosas, en la conducta de este disque progresista movimiento libertario, su estrategia también incluye, siendo lo más peligroso, la intensión de desactivar el descontento social, desviarlo y/o fragmentarlo con la posibilidad de diluir el efecto y la contundencia de las protestas sociales y colectivas, negando de manera rotunda y tratando de desplazar lo que en esencia es la lucha de clases. Detrás de este movimiento están los grandes capitales nacionales e internacionales. 

En el nuevo escenario este movimiento mantiene e induce hacia el desviacionismo, solo a partir de cambios de métodos, sin cambiar estructuras, sobreviven en su propio cuerpo, solo mutan para mantener el sistema ahora, renovado en las nuevas formas ideológicas de control y dominio a través de no cuestionar la explotación de los trabajadores y en paralelo nos entretienen en debates simbólicos sobre formas del lenguaje (elles), representación de género y/o sub-cultura corporativa etérea. Incluso, nos tratan de llevar a sentir como natural y por ello, nos hablan de quien tiene acceso a ser explotado en lugar de la explotación en sí, mediatizan los movimientos sociales y la legitimidad de las luchas sociales. 

Temas como ideología de género, el feminismo fuerte en contraposición a un supuesto machismo que cada vez, es más diluido y peligrosamente dirigido hacia una masculinidad flácida y afeminada, a lo que se debe agregar el antirracismo, las luchas LGBT que se convierten en una estampa principal que trata de excluir el verdadero contenido de la lucha social, en tanto, el sistema sigue explotando a los trabajadores. Y son las grandes transnacionales, los emporios de la comunicación, la industria del cine, en fin, el supra poder ideológico capitalista que están haciendo grandes campañas con estos contenidos que son muy legítimos siempre y cuando sean para reforzar las ideas reivindicativas de justicia y no lo contrario como ahora es utilizada. 

Entonces, el progresismo libertario distorsiona la esencia de la lucha, la corrompe y confunde a la gente. En las ideas que plantean, si eres pobre, entonces necesitas ser emprendedor; si otro pudo hacerlo, tú también lo puedes lograr. Si te critican aún sin razón en tus labores, es que debes volver a una nueva formación porque a lo mejor, te has quedado atrás, eso es aparte de sí en verdad, cumples o no con tu trabajo. A quien se la velan le van creando un ambiente laboral tóxico. 

Te van sometiendo y subyugando, la explotación es algo natural del sistema, por tanto, cualquier problema que surja al respecto, no es un asunto estructural, sino un asunto de superación individual, bajo un entorno de opresión, convertida en la forma natural de mando en donde las leyes de protección laboral solo son un obstáculo a la producción. 

En todo esto, la intención es quitarles protagonismo a los movimientos de izquierdas, señalados como radicales todos e incluso terroristas. Cualquier protesta, crítica al sistema o por simples reivindicaciones es algo anticuado.  

Esta movimiento progre-libertario, se trepa como higuera, en la verdadera idea progresista nos presentan y van fijando cuidadosamente en la conciencia colectiva, figuras formadas en esa idea. Solo pintan sin cambiar nada y de esta manera se utilizan esas ideas altruistas como distracción momentánea, en tanto, sigue el control del poder en manos de grupos minoritarios, los mismos salarios de pobreza (quien logra tener salario), la desigualdad incrementada y todas las empresas y servicios públicos, incluyendo la seguridad social, privatizada bajo una supuesta representatividad en medio de la miseria que cada vez es más grande. 

En fin, el progresismo convierte demandas populares legítimas, en estrategias de mercadeo para el control social. No es su intención acabar con el modelo de un sistema explotador, sino el conformismo fatalista de las personas, en tanto, los de arriba mantienen su control para la mayor capacidad de acumulación de riquezas y manteniendo esa posición de poder que le permite asegurarse que el verdadero progresismo revolucionario y de cambios estructurales definitivos sea desactivado bajo el mecanismo del progresismo libertario que están imponiendo para desactivar definitivamente al verdadero movimiento popular.  

Al final del camino, todo nos debe llevar pensar que, si ese movimiento no sacude a los que mantienen el poder político y económico, es posible que se trata, tan solo, de un mecanismo distractor para diluir al genuino movimiento social, desplazando su natural lucha de clases. 

El autor es periodista, escritor y analista

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