Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político.
El discurso de la lucha contra la corrupción, ojo, hay que ponerle sal y pimienta. El mismo es manejado y manipulado por tirios y troyanos. El pueblo panameño, tiene que observar de donde proviene el discurso de la corrupción.En el caso del expresidente Ricardo Martinelli Berrocal, en su gobierno se dieron escandalosos peculados, coimeros y hasta extorsiones. Lo anterior es una cosa y otra, el discurso y la campaña que viene de sectores del poder económico que no le perdonan al expresidente, haberle pisado callos, entre ellos una televisora cuyo dueño, era el poder que manejaba tras bastidores al gobierno de Varela, lo mismo que el dueño de un periódico, cuyo mayor accionista, ha sido señalado en situaciones fiscales dudosas.
Resulta evidente que la campaña y el discurso contra la corrupción, de estos sectores de poder, es demagogia e hipocresía en su mejor versión. Ellos, hacen parte del clan o clanes oligárquicos del país.
El movimiento democrático, los sectores populares, no pueden confiar de fariseos que, hacen del discurso de la democracia y de la corrupción, su estandarte; no creen, ni en lo uno ni en lo otro. Manipuladores a ultranza, se montan y cabalgan en ese discurso de mera apariencia y engaño; su fin es el poder.
Bien lo denunciaba un diputado, la corrupción no se circunscribe a lo político. En el sector empresarial, no hay benditos ni son un dechado de valores éticos.
Lucha contra la corrupción, sí, pero atentos a los que en nada se diferencian con los que son objetos de sus ataques.
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