(Tomado del New York Times)
Francia Márquez, una mujer simplemente brillante y además muy humilde, podría ser la primera vicepresidenta negra de Colombia, su candidatura ha impulsado la discusión sobre la raza y las clases sociales de una manera que rara vez se ve en la política nacional.
CALI, Colombia — En las calles de Cali, cuna de la cultura y las protestas colombianas, una multitud se extendía por cuadras, enarbolando banderas blancas y luciendo camisetas con la consigna: “¡el pueblo no se rinde!”.
En medio de la multitud se encontraba un famoso cantante, un importante senador, un conocido periodista, un niño rapero y un grupo de dignatarios locales. Pero la verdadera celebridad estaba a punto de tomar el escenario.
“¡Te queremos, Francia!”, gritaban cientos de personas.
Francia Márquez, 40 años, antigua empleada doméstica, principal contendiente a la vicepresidencia de Colombia, se dirigió a la multitud, micrófono en mano.
Por primera vez en la historia de Colombia, una mujer negra está cerca de la cima del poder ejecutivo.
Con una blusa estampada en azul y naranja que rendía homenaje al estilo afrocolombiano, hizo un llamado a los pueblos marginados del país —indígenas, negros, rurales— para que se unieran. Atacó a las élites que “han condenado a nuestra gente a la miseria, al hambre, a la desolación”, y evocó el movimiento Black Lives Matter llamando a sus seguidores a romper “el racismo estructural que no nos ha permitido respirar en este país y que nos ha mantenido con la rodilla en el cuello”.
Luego invocó la más colombiana de las frases, mientras la multitud estallaba en vítores: “¡Que viva la berraquera, carajo!”.
En cuestión de meses, Márquez, una activista ambiental del Cauca, un departamento montañoso en el suroeste de Colombia, se transformó en un fenómeno nacional, movilizando décadas de frustraciones de los votantes para ganar el tercer lugar en las primarias presidenciales de marzo. Eso hizo que el candidato que lidera las encuestas del país, Gustavo Petro, la nombrara como su compañera de fórmula para las elecciones de este mes.
“Estos temas que son estructurantes, muchas de nuestras sociedades los niegan o los tratan como temas menores”, dijo Santiago Arboleda, profesor de historia afrocolombiana en la Universidad Andina Simón Bolívar. “Hoy están en primer plano”.
El ascenso de Márquez es significativo no solo porque ella es negra en una nación donde los afrocolombianos suelen ser objeto de insultos y trato racistas, sino porque tiene orígenes humildes en un país donde la clase económica a menudo define el lugar de una persona en la sociedad. La mayoría de los expresidentes recientes se educaron en el extranjero y están relacionados con las familias poderosas y las personalidades influyentes del país.
En total, el 40 por ciento del país vive en la pobreza.
Márquez dijo que decidió postularse para el cargo “porque hemos tenido gobiernos a espaldas de la gente y de la justicia y de la paz”.
Para un segmento de los colombianos que claman por un cambio y por una representación más diversa, Márquez es su defensora. La pregunta es si el resto del país está preparado para ella.
“Ella está en la polarización de este país. Nosotros hacemos parte del cambio, pero del centro”, dijo Érika Ibargüen, una contadora afrocolombiana que recientemente se postuló para el Congreso como parte de una coalición centrista.
Nunca ha ocupado un cargo político, y Sergio Guzmán, director de la consultora Colombia Risk Analysis, dijo que “hay muchos interrogantes sobre si Francia sería capaz de ser comandante y jefe, si manejaría la política económica, o la política exterior, de manera que diera continuidad al país”.
Sus opositores más extremos han apuntado directamente a ella con clichés racistas, y critican su clase y legitimidad política, expresando sentimientos que continúan impregnando y afectando a diversos sectores de la sociedad colombiana.
En las últimas semanas, una reconocida cantante y presentadora de televisión colombiana la llamó King Kong; una popular senadora de derecha sugirió que debería ser “coherente” y cambiar su nombre porque Francia “fue imperio colonizador esclavista”; y el presidente del Senado la definió como la candidata del Ejército de Liberación Nacional, un violento grupo rebelde que dice defender a los pobres.
“Está demasiado resentida para ser vicepresidenta”, dijo José Luis Niño, un taxista de 68 años.
“Tal vez debería irse a gobernar un pueblo en África”, afirmó.
Márquez creció durmiendo en un piso de tierra en la comunidad de La Toma, cerca de la costa pacífica de Colombia, en una región azotada por la violencia relacionada con el largo conflicto interno del país. Quedó embarazada a los 16 años y se fue a trabajar a las minas de oro locales para mantener a su hijo, luego buscó trabajo como empleada doméstica interna.
Su madre, una partera, estaba sola cuando la dio a luz, dijo Márquez en una entrevista, porque no había nadie más en casa.
Márquez se convirtió en activista alrededor de los 13 años, en medio de una propuesta para expandir un proyecto de represa que buscaba desviar un río importante de su región y que cambiaría la vida de su comunidad. Con el tiempo, asistió a la facultad de derecho y lanzó y ganó una campaña legal para impedir que las principales empresas mineras lograran mudarse a su zona.
En 2014 llamó la atención nacional cuando lideró una marcha de 640 kilómetros desde el Cauca hasta Bogotá, exigiendo que el gobierno detuviera a los mineros ilegales que habían invadido su comunidad con retroexcavadoras.
La marcha terminó con un plantón en el Ministerio del Interior y un acuerdo con el gobierno. Por su trabajo, Márquez ganó el Premio Ambiental Goldman, a veces llamado el “Nobel ambiental”.
Las elecciones presidenciales de Colombia se celebrarán el 29 de mayo y llegan en un punto crítico de inflexión en el país. Durante generaciones, la política nacional ha sido impulsada por la oposición a una brutal insurgencia izquierdista, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Desde entonces, el fin del conflicto armado entre el gobierno y las FARC ha abierto espacios para la participación política de los movimientos de izquierda que ya no pueden ser fácilmente descartados como rebeldes violentos. Y eso sucede justo cuando la generación más educada en la historia del país llega a la mayoría de edad, y muchos jóvenes expresan su frustración por los bajos salarios y las persistentes barreras para el ascenso económico que parecen imposibles de eludir.
Hasta ahora, Petro, exalcalde de Bogotá y exintegrante de un grupo rebelde llamado M-19, lidera las encuestas frente a Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín que representa a una coalición de derecha.
Petro ha incomodado a la derecha y a diversos sectores del centro con sus propuestas para detener la exploración petrolera y transformar el sistema de pensiones, al mismo tiempo ha sido criticado por sus antiguos aliados, algunos de los cuales dicen que es un administrador incapaz.
Si Petro gana, Márquez seguramente intentará empujarlo hacia una plataforma más feminista, y en ocasiones ha criticado abiertamente su historial en los temas de mujeres.
En un debate presidencial, Petro se negó a respaldar completamente el derecho al aborto y, en cambio, dijo que iba a impulsar programas de prevención que lograrían que el país alcanzara el “aborto cero”.
Hoy, por primera vez en la historia, cinco candidatos a la vicepresidencia del país son afrocolombianos, algo que Guzmán atribuyó al ascenso de Márquez.
“Luego de que Francia se convirtió en candidata, la inclusión se volvió una narrativa central en la elección”, dijo.
En el evento de campaña no muy lejos de su ciudad natal, la candidata estaba rodeada por la guardia indígena, una unidad de seguridad tradicional que lleva bastones de madera que representan la paz y la fuerza.
Cerca había un escuadrón de guardaespaldas y, más allá, un círculo de policías vestidos de verde.
En la multitud, entre un marimbero y un pendón que decía “atrévete a votar” había de pie una muestra representativa de Colombia, incluidas muchas mujeres con turbantes, una prenda que ahora simboliza la lucha y la fuerza afrocolombiana.
En el escenario, Márquez dijo que de haber seguido las reglas, ella estaría lavando platos en la cocina de una familia adinerada. “Parte de lo que le incomoda a la élite de este país”, tronó, “es que una mujer que estuvo trabajando en una casa de familia hoy le vaya a gobernar”.
Sofía Villamil colaboró con la reportería desde Bogotá.
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes, que cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Surinam y Guyana. Antes de mudarse a América del Sur, fue corresponsal de temas nacionales y cubrió el oeste de Estados Unidos. @julieturkewitz
Julie Turkewitz is the Andes bureau chief, covering Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Peru, Suriname and Guyana. Before moving to South America, she was a national correspondent covering the American West. @julieturkewitz