Miguel Montiel-Guevara 16 – 11- 2023
Con la benevolencia de lectores, la traumática situación de corrupción que vive el país me anima reproducir algunas reflexiones hechas anteriormente al respecto. Empiezo con la definición de cleptocracia de la RAE:
Sistema de gobierno en el que prima el interés por el enriquecimiento propio a costa de los bienes públicos.
Tales de Mileto, primer filósofo de la antigua Grecia, definió crematística como “el arte de hacerse rico”. Por su parte, sostiene Aristóteles que hay peligro que la crematística comercial pueda emplearse para convertir en moneda todo lo que toca. Para él la acumulación de dinero en sí es una actividad contra la naturaleza, deshumaniza a quienes se dedican a ello.
Los panameños estamos inmersos en esa problemática del becerro de oro, identificada con su nombre de pila: corrupción. Escribo estos trazos con tristeza, enojo y frustración, porque creímos que todo sería diferente en la Segunda República, sin enclave, sin soldados ni bases extranjeras y el Canal en nuestras manos. Por eso luchamos. Lleno de impotencia para cambiar las cosas ahora. La corrupción es un mal endémico, nacional, individual y de clases sociales. El Estado republicano panameño ha sido y es cleptocrático. Ojalá no fuera así. Pero así es. Los tres poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial están carcomidos de escándalos de corrupción. El cuarto poder, para mí, la fuerza pública; llámese policía o como se llame “siempre que tenga las armas en sus manos”, también es objeto de corrupción. Se dirá que no todo el mundo es corrupto. Es verdad, estoy de acuerdo. Escribo en función de la corrupción que hay, no de la que no hay. Ni qué decir de la corrupción en el sector empresarial. También con sus excepciones, pero tan grande como la gubernamental. Ambos, gobierno y empresarios hacen de la sociedad y su gente un gran mercado de subastas, donde todo se vende y se compra. Decía Mario Benedetti, “vivimos no solo la globalización de la economía, sino también de la vulgaridad y la corrupción”. Solo avanzaremos en el combate a la corrupción si acabamos con la impunidad en todos sus niveles. Este es mi país y no está en venta, como canta alguien por ahí. Necesita reformas al sistema de Gobierno, acabar con la cleptocracia y tener buenos gobernantes. Sea.