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Marcha por el rescate del Seguro Social: oposición al viejo modelo oligárquico de democracia dictatorial.

Por:  Enrique Avilés  

Tres décadas presidenciales, el país sumergido en la corrupción más grande que conoce nuestra historia y las instituciones están trémulas, sucumbiendo y el pueblo sufriendo los desatinos de quienes nos gobiernan con pérfidos y alevosos cálculos de servirse del país. 

 

Ya desde hace un tiempo que utilizó el concepto de  “democracia dictatorial” para el caso Panamá, aunque para muchos puede sonar incomprensible. Hablar de una democracia dictatorial, no necesariamente implica hablar de altos grados de represión, aunque  la represión, persecución y desprestigio siempre formen parte del recurso coercitivo de todo gobierno dictatorial desde todas las instancias de su equilibrio de poderes republicanos,  sin poner en duda el apoyo mediático de este tipo de democracias, apoyos que constituyen en la voz de los sectores dominantes que pueden dar paso a feroces campañas de desprestigio de fuerzas vivas de la sociedad etiquetándolas a listados que van desde terrorismo e intenciones golpistas hasta desestabilizadores económicos u organizaciones integrantes del crimen organizado, todo funcional en cuanto desde el poder gubernamental se intenten crear causas penales ficticias para los miembro de estas fuerzas vivas de la sociedad, en el caso de Panamá para sindicatos y gremios. Se asiste, sin lugar a dudas, a acciones que desestiman continuamente el principal motivo democrático; en otras palabras, queda de manifiesto una representatividad inexistente donde el pueblo vota, pero no elige, donde los elegidos mandan persiguiendo voluntades cada vez más ajenas de quienes los eligieron para representarlos, donde la brecha de la voluntad popular se ensancha y distancia de la institucionalidad que la representa.

El panorama típico de este tipo de democracias es definitivamente la falta de transparencia en la gestión pública, un clientelismo estatal, monopolio de los medios de comunicación o asistencia cómplice de los mismo, la negación de la participación ciudadana en decisiones nacionales, acompañada inevitablemente de diálogos y pactos, propiciados desde las instituciones, que terminan burlados y tirados a la canasta del olvido. Se asiste así a una democracia eficaz en la contención y atomización del movimiento social, que resulta, por momentos, más eficaz que la otrora coerción de los pueblos por las armas o los estamentos armados garantes del status quo. En el caso actual, queda claro que a cien días de gestión del nuevo gobierno se ha evidenciado la falta de transparencia de la gestión anterior en los resultados encontrados en los diferentes ministerios y direcciones; sin embargo, no se han girado, en la mayoría de los casos, denuncias que permitan iniciar al Ministerio Público, su labor pertinente. El mejor ejemplo es el del IFARHU, la osadía de salir a decir que está en quiebra, en tanto que solo faltó decir que se quebró solo y que ya no hay nada que hacer. Decir que hubo corrupción y no poner denuncias para que los corruptos paguen por su delito. ya sea malversación de fondos o peculado, e igual que mandar el mensaje de continuidad de la misma bajo la impunidad, dando la impresión de que la escena ha sido prácticamente pactada, en tanto la población que eligió a estos nuevos representantes para administrar la cosa pública se siente burlada, pues su representante no está haciendo la labor de defender los intereses de la mayoría.

Hablar del clientelismo incluso en el caso actual llama la atención en tanto se han buscado figuras allegadas o integrantes, casualmente de la desprestigiada partidocracia del país para enrumbar los derroteros del mismo. En este sentido, no se precisa dar ejemplos. Lo que sí es indiscutible es que las decisiones que se tomen respecto a la línea a seguir con el programa jubilaciones en la Caja de Seguro Social, serán el indicativo de continuidad o no de esta modalidad de democracia, y  sin hacer prestidigitación, podemos asegurar que el terreno está abonado para la consolidación  de este tipo de democracia, incluso para que la misma escale en sus estadios de persecución, represión y manipulación mediática. La democracia, yendo más allá del derecho soberano del pueblo de elegir a sus representantes en Panamá, ha asumido en el marco neoliberal la tendencia a vaciar su contenido, perdiendo la esencia originaria de que los mecanismos de representación deben estar subordinados a ella, convirtiéndose meramente en un sistema formal y procedimental, limitado a asegurar mecanismos eleccionarios, lo que la hace incompleta y defectuosa. (Pérez Soto, Carlos; 2018) Por eso lo reiterativo de las mismas es votas, pero no eliges, o en el caso más descarado eliges a quien no te representa, defenestrando el fundamento de existencia de la  democracia, nos referimos al supremo respeto por la dignidad humana, su igualdad y su fraternidad, pero por sobre todas las cosas a la el supremo respeto a la voluntad del pueblo. Es preciso tener presente que no en vano se presentó a una iniciativa  legislativa  anticierres, se montó  una mesa que es una reunión de escucha en la que la institucionalidad se muestra sorda al clamor popular de volver al sistema solidario como solución a la crisis del seguro social, se inició una persecución sistemática a dirigentes sindicales y gremiales tratando de vincularlos a actividades de extorsión y se ha utilizado un  marco mediático que, pese a que dichos dirigentes fueron liberados por falta de pruebas, insiste en satanizar a sindicatos y gremios. La marcha convocada para hoy tiene mas sentido que nunca en evidenciar las distancia abismal que lleva décadas entre representantes y representados, entre intereses dominantes minoritarios y un pueblo que exige una mejor calidad de vida en su etapa de jubilación. Resulta insostenible para la dignidad de este pueblo tener que soportar otra democracia dictatorial y repetir el doloroso periplo de sentirse burlado. Al ejecutivo solo resta rezar el viejo refrán de “el vivo es vivo hasta que el bobo quiere”, teniendo en claro que este pueblo perdió lo bobo desde hace varias coyunturas atrás. Dios bendiga a la Patria.  

El autor es historiador.

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