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Más allá del magnicidio del Presidente de Haití |


Por: Gonzalo Delgado Quintero

El magnicidio es el asesinato de una persona prominente, que reviste importancia por su cargo político y/o religioso y agregaría: científico, económico, artístico y demás. Por lo general, este tipo de asesinato es por motivos ideológicos. La intención de este especial crimen conlleva crear una crisis. Al final, siempre es, eliminar una o varias personas que obstaculizan los planes del ideólogo criminal.

Un sencillo recuento periodístico, fenomenológico, entendido esto, bajo  los preceptos investigativos aplicados por el filósofo Edmund Husserl, cuyo objetivo es el estudio de los fenómenos a partir de nuestras experiencias y observaciones; desde el año 2005 hasta el presente (pleno siglo XXI) se ha venido concatenando una historia reciente a partir de las decisiones de altas autoridades de gran influencia dentro de nuestras religiones.

En ese año (2005), un pequeño grupo de sumos sacerdotes hebreos de la corriente radical del fundamentalismo sionista, en un paraje muy distante, bajo una carpa al aire libre, muy cerca al punto de la tierra más lejano a nosotros, bajo el calor del desierto, al otro lado del mundo y en meditación contemplativa después de horas de masticación de harmal, acordaban una sentencia bajo los influjos de los efectos mágicos producidos por la mezcla de los jugos ensalivados con los químicos de la hoja de esta planta, que producía los resultados deseados, divinos y necesarios para la toma de una de las decisiones de mayor trascendentes, en una reunión que por su importancia, solo era convocada cada dos mil 500 años.

Allí, en ese lugar alejado de toda presencia divina, paradójicamente, en esa ceremonia especial, este grupo declarado representante supremo de Yahvé, se pronunciaba sobre diversos asuntos y aparentemente como uno más de los temas tratados, sentencian solemnes, ceremoniosamente, que el presidente de su propio país tenía que morir, refiriéndose a Ariel Sharon.

Él estaba negociando acuerdos con los palestinos y árabes en general con el propósito de eliminar la posibilidad del retorno a la guerra, de la violencia, de la muerte. Meses después, en enero de 2006, Ariel Sharon sufría un infarto que lo mantuvo en coma hasta su muerte ocurrida en el 2014.

En paralelo, para ese año de 2006, en septiembre, los despachos de diversas agencias de noticias, nos informaban desde el Cairo, otra noticia. Una imagen que recorrió el mundo, sobre un líder islámico que instaba a los musulmanes a “secuestrar occidentales”. En realidad dijo “perros occidentales.

Después más acá y decodificado ya algunos archivos, se supo que los mandos de otra pequeña cúpula, esta vez de la directiva de los Evangélicos Norteamericanos a la que pertenece George W. Bush, que son la parte consejera y espiritual del poder invisible mundial, declara también solemnemente, pero con sentimiento iracundo, que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, debía de morir.

También, a pesar de lo cerrado, gracias a las agencias internacionales, nos enteramos en otro momento, de la inconformidad del pueblo tibetano por lo que ellos consideraban una traición del Dalai Lama, que supuestamente había dado concesiones al gobierno de Estados Unidos.

En otro escenario, el humo blanco en la iglesia de Pedro con cede en el Vaticano, permitió la llegada de Juan Pablo II, que se mantuvo desde 1978 hasta el 2005. Sin adentrarnos en análisis, la postura asumida por este Papa, fue determinante en la incisión del comunismo y su posterior caída. Después de su muerte, llega Joseph Ratzinger al Papado Católico y tras muchos comentarios negativos sobre su posible participación en el ejército nazi, finalmente renuncia por razones que aún no han sido esclarecidas del todo, entre ellas, supuestos malos manejos financieros e injerencia mafiosa.

Por otro lado, veíamos entonces, con asombro y estupor, ante la visión descompuesta sobre el mundo árabe e islámico que nos daba la televisión occidental, en la que unos sumos sacerdotes Imanes y Ayatollahs acompañaban, enervaban y promovían activamente manifestaciones y procesiones callejeras de irracionalidad y de inmadurez, que movilizaba como rebaños, a millones de seres humanos por motivos, presentados como desproporcionados y baladíes; sin embargo, lograba una percepción que solo contribuía repentinamente a reforzar una bien cultivada imagen de atraso, primitivismo e incultura, en una de las regiones que fue cuna de la cultura mundial.

Una imagen distorsionada para el consumo americano y de otros pueblos de ultramar, construida, difundida, manipulada y utilizada como excusa por las agencias de propaganda y de noticias que operan al servicio de los grupos guerreristas norteamericanos y europeos que controlan los poderes de sus respectivos países y que son el poder invisible del mundo o de parte de él.

Pero también, sumos sacerdotes dirigentes islámicos, conduciendo a sus propios pueblos por ese camino del desacuerdo a la violencia, a la guerra, a la muerte. En gran medida, perdido ya, el amor por la vida. Pero al final, solo están proporcionando la plataforma básica, la justificación deseada por la propaganda occidental para provocar sus tormentas que desatan con sus fuerzas bélicas preparadas para atacar con impunidad a la población que se interpone con sus credos entre occidente y el petróleo.

Lo antes señalado solo hizo nacer a la criatura engendrada por el propio Satán en el vientre mismo imperio. La semilla fue depositada el 11 de septiembre de 2001, con ese horroroso atentado criminal en donde murieron 2, 996 personas, 25 mil heridos, 10 mil millones de pérdidas económicas y otras secuelas más.

En estos tiempos el terrorismo es de parte y parte (incluyendo el terrorismo de Estado), mientras que la población inerme vivimos en la zozobra, informados y luego desinformados por la estrategia de la distorsión, sobre esos acontecimientos. Y todo es bajo los esquemas de este tipo de guerra, fundamentalista religiosa. Sin un aparente objetivo claro en medio de la contienda. No obstante, quienes mueven los hilos de ese poder invisible religioso, político y económico (ideología neoliberal), asentados en el Club Bilderberg, los millonarios más influyentes y las nueve familias más poderosas dueñas de la Reserva Federal, de las cadenas de televisión, del Banco Mundial, del Euro y demás, mantienen todos los controles de ese proceso de caos controlado, pero que al fin y al cabo, en el fondo solo es la lucha de ese grupo que no quiere dar paso a un nuevo orden mundial, que por otra parte, como si fuera una moneda, ya evidencia la otra cara en la formación del BRICS como contraparte.

Más allá de si es un tema realmente a partir de lo religioso, lo cierto es que están sucediendo cosas que nos pone a pensar en todo lo actuado en estos últimos 20 años. Incluso menos. Desde el derribo de las torres y las posteriores excusas y acciones esgrimidas que llevaron a la muerte de Saddan Hussein, a la prolongada guerra de Estados Unidos en Medio Oriente que aun  no termina en contra del terrorismo. Después la primavera árabe que acabó entre otros con Muhamar Kdafi, mandatario de Libia, asesinado por diversos motivos esgrimidos entre ellos, por conspiración de los poderes del la mafia que controla la industria de las medicinas al hacer relación con la intervención de Kdafi en las Naciones Unidas donde denunciaba a los laboratorios de medicamentos de comerciar con las enfermedades, manteniendo secuestradas la fórmulas de curación de enfermedades crónico-degenerativas y que en el fondo un tuvo un solo fin, el petróleo, gas  y los recursos de ese país, que lo han vuelto a la época medieval, sin que, ahora, nadie diga nada.

Todo lo provocado en América Latina. La penetración religiosa protestante en América del Sur y su unión temporal con los católicos con fines ideológico-políticos para ayudar al golpe de Estado contra Salvador Allende, que impuso el neoliberalismo con Augusto Pinochet  y que desde entonces, guarda estrecha relación con las últimas protestas de hace un año en Chile, por la condición de inequidad social que le ha provocado este sistema a la sociedad chilena. Desde las matanzas a líderes sociales y políticos en Colombia, una situación que perdura. Lo que viene sucediendo en algunos países del cono sur, Centro América, México y el propio Estados Unidos, el bloqueo sobre Venezuela, Cuba y Nicaragua y ahorita las protestas contrarrevolucionarias promovidas por Estados Unidos en Cuba y finalmente, el magnicidio del Presidente haitiano Jovenal Moise, son parte de una planificación bajo los esquemas de guerra de baja intensidad que sigue aplicando el poder invisible, sobre todo en las últimas dos décadas, utilizando lo más sagrado de las personas: las religiones.

Se lee entre líneas, a través de los envíos noticiosos y sus  tendencias, que paulatinamente, el imperio que podría ser democrático, pero que está secuestrado por el mal, ha ido doblegando la voluntad  ¡¿y poniendo grilletes a la fe?!  sobre pie, manos y mente de los hombres más sabios y evolucionados, espiritualmente, del planeta.

El autor es periodista y escritor

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