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¿Me vacuno o no me vacuno?|

Por: Eduardo A. Reyes Vargas.

Sin duda ha sido una interrogante que ha recorrido las redes neuronales de nuestros cerebros.

Algunos lo han hecho, se han vacunado, y otros se mantienen con la interrogante.

 Salvo algunos países con limitados recursos para tener esta herramienta de prevención, los favorecidos cuentan con  una gran mayoría de vacunados.

Panamá va rumbo a ello.

Sin embargo el debate  entre los pro -vacunas y contra vacunas, ocupan grandes  espacios de la comunicación social.

Lo que sí es claro es que estas nuevas técnicas de fabricar vacunas, no nacen en esta pandemia. La preceden las crisis  epidémicas de antiguos coronavirus.

Quizás 20 años  o más de experimentar y finalmente  bajo todo tipo de presión por lo que ha ocasionado el covid 19, llegó el momento de utilizarlas.

Se ha cumplido, sin dudas contra el tiempo los pasos para su utilización en seres humanos.

Los fabricantes han declarado los beneficios y eventos adversos.

Los primeros superan a lo segundo, pero estos últimos están presente en  cualquier otra vacuna ya conocida o algún medicamento que ingerimos.

Las cifras mundiales conocidas indican que salvo el percance de la delta, ha mejorado el número de muertes y hospitalizados.

También se conoce que los no vacunados son parte importante de las  muertes y hospitalizaciones.

Hay naciones con más credibilidad que otras y en esas primeras, las vacunas aplicadas con tropiezos por diferentes causas han revelado mejoría en cifras pre-vacunación.

Una enfermedad como la producida por el covid19 y sus mutaciones, sigue aún en sus cuadros clínicos agudos y crónicos siendo enigmática.

Es quizás una razón para vacunarme.

Los opuestos  a la vacunación han lanzado una serie de teorías que no hemos observado estén  respaldadas por estudios que cumplan el rigor científico. No los he visto al menos.

Basarnos en definiciones de lo que es una vacuna, es algo entendible, pero ante nuevas tecnologías para fabricarlas y su forma de actuar, lo que  exige la ciencia es modificarlas en su acepción o convertirlas en una nueva  ruta de prevención y curación  con un nuevo nombre.

Nada es inmutable.

Las anécdotas en Medicina tienen su valor pero no son la respuesta veraz  para sustentar  conocimientos.

Deben someterse al método científico primero para dejar de ser anécdotas.

Las vacunas al evitar enfermedades  como se ha probado a lo largo de los años salvan vidas y gastos en medicamentos, hospitalizaciones, etc.

Para los  diferentes proveedores de estos sistemas de salud, no les conviene la existencia de las mismas.

Por supuesto que al productor de vacuna  le  es beneficioso.

Pero en la práctica de preservar la salud y luchar contra la enfermedad, los costos , la eficacia, los beneficios etc. cuentan.

Hemos también observado que  en Países donde se aplican  vacunas tradicionales, y las mismas no se han utilizado por el rechazo de los padres de los  infantes, han resurgido  las enfermedades que estas vacunas deben evitar.

Han ocurrido muchos bulos que han confundido a las poblaciones en torno al no vacunarse.

También nuestros gobiernos han equivocado la educación al ciudadano.

Con cifras a veces frías al igual que gráficas, no se convence a la población para vacunarse.

Con tristeza hemos vistos algunas televisoras panameñas, en forma tardía actualizar a la ciudadanía por ejemplo en síntomas  atípicos de la variante delta, que ha podido ocasionar que la misma se haya propagado al pensar su portador que era un simple resfriado.

Igual explicar que entre más contagios, estos seres inteligentes mutan y surgen las deltas y cuantas más por ver. Con la probabilidad de más resistencia  ante las vacunas.

No son culpables nuestras televisoras, más bien las felicitamos, pues son alimentadas por  sus asesores científicos o las instituciones públicas, dedicadas al tema.

Igual y con posibilidad de equivocarme, la clínica  y la visión epidemiológica se han visto debilitadas. Para mí la delta llego a Panamá antes de que la ciencia a través de su identificación lo hiciese.

Creo indicar que un metro de distancia, más mascarilla etc. se puede hacer, no es una medida atinada. La delta es muy contagiosa y al disminuir una norma de prevención puedo acrecentar contagios.

Como en la justicia, enseñanza tardía en estas circunstancias, no es enseñanza útil.

Los científicos tampoco debemos ser cerrados en nuestra manera de pensar.

Las ciencias médicas están llenas de incertidumbres y una mente abierta ayuda a disminuirlas.

Por ejemplo ciertas medicinas naturales que han surgido y utilizadas  durante el covid 19 y que observaba algunas también su uso en Países africanos exigen estudios serios por encima de intereses de las grandes farmaceutas para evaluar su potencial curativo o preventivo como ha sucedido con algunas plantas que ya la ciencia médica incluye  algunas en sus guías de terapia.

Recordar una máxima que sigue vigente, no existe la enfermedad si no el enfermo.

Los debates, ataques y contra-ataques seguirán.

El tiempo y los estudios con todo el rigor de la objetividad darán la razón y creo se inclinarán a la aplicación necesaria de la vacuna.

También desde el punto de leyes  es saludable revisar con criterio muy imparcial artículos de la Constitución y Código de Salud vigente, sobre la decisión extrema de la obligatoriedad  o no de vacunarse.

Tema debate.

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