Por: Jaime Flores Cedeño
En América Latina, incluyendo Panamá, observamos una nueva dinámica de determinados medios de comunicación, que irrumpen en la vida social bajo prácticas alienadoras destinadas a crear un ser social irreflexivo, acrítico y ausente de conciencia social.
Los dueños de estos medios son grandes propietarios de industrias y corporaciones, que llegan a manejar casi 2/3 del producto interno bruto. A estos oligarcas de la comunicación muy poco se les ve en el escenario público, dado que se valen de testaferros políticos e intelectuales que sustentan y defienden el sistema social imperante, que genera crisis y miseria en la región.
Estos medios de comunicación se convierten a su vez en plataformas de sustento electoral en campañas políticas, con el fin de denigrar o falsear perfiles de candidatos o mandatarios populares, tal como acontece en la actualidad en Perú, con el presidente Pedro Castillo, que es víctima de una turba mediática, puesta en práctica por los medios de comunicación al servicio del poder estatal burgués.
Para poner en ejecución todo el plan desestabilizador mediático, se valen de la contratación de ciertos periodistas o reporteros con baja preparación y dispuestos a vender sus pocas convicciones, y así, llevar en buena marcha la tarea encomendada.
Estos periodistas amanecen cada mañana desde México, hasta Chile, para informar casos y acontecimientos de la sociedad política y económica bajo un prisma superficial, jamás cuestionarán el sistema capitalista, o el origen estructural de los problemas. Sus invitados permanentes serán siempre miembros de cámaras de comercio, Industriales y profesionales, sin conciencia social, entre otros, quienes abordarán con una visión elitista los sucesos que generan noticias.
Son utilizados por el capital burgués para presentar una fisonomía abstracta, superficial y poco compleja de los hechos que hacen crisis. Su marco crítico va dirigido a lo coyuntural, y no a la objetividad de las vicisitudes, contenidas en el régimen de desigualdad, injusticia e inequidad, que son el resultado de los gobiernos demoliberales.
La dictadura mediática de algunos medios de comunicación en el continente deforma el ser social, crea una cultura de dominación y cercena la crítica popular. La idea es crear en la psique del individuo posturas acomodaticias y alejadas de la lucha social en contra del sistema.
Por ello, cada vez que se producen levantamientos populares en la región son tildados sus dirigentes como “desestabilizadores”, y los medios al servicio del poder proceden a cerrar filas para llamar al “orden en el estado de derecho”, y ponen en función su maquinaria de distorsión informativa.
Esta situación, que es real, encuentra su punto de contraste en los medios de comunicación alternativos (que suman cientos de miles en todo el planeta), los cuales cada día rompen el cerco mediático de la información burguesa, y nos presentan otra fisonomía diferente de la realidad política, social y económica imperante.
He sostenido, que buena parte de medios de comunicación tradicionales están en plena crisis de existencia por la poca credibilidad y falsedad como se han conducido, al grado, que el ciudadano se informa más en las redes sociales, que en la Tv, radio o tabloides. Este proceso de toma, retoma, o redirección de los medios burgueses por parte de los bloqueos sociales populares, no es nuevo, ya se dio desde la época de la aparición de la imprenta, luego con el cine, la radio y la televisión. La ciencia y la tecnología que son el resultado del desarrollo intelectual del ser humano, siempre llegarán a estar al servicio de los desposeídos y de quienes no forman parte de la estructura de poder.
En Panamá, hemos contado por espacio de décadas con periodistas de elevado profesionalismo y poseedores de una conciencia nacional patriótica, quienes a pesar de las presiones que han podido recibir de los dueños de los medios de comunicación, han sabido poner en la cúspide sus capacidades y virtudes, a ellos, nuestro respeto y permanente admiración.
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