Por: Ramiro Guerra M. Abogado y Cientista Político.
El día de las elecciones, la robadera de urnas, transportar votantes en camiones de una región a otra, cédulas falsas, la compra de votos, no dejaban de faltar. Episodios indignos de la democracia de la época. El clientelismo aberrante y los discursos demagógicos no dejaban de faltar. La sabiduría vernacular hizo chiste de los políticos; todavía recuerdo que uno prometió un puente y el pueblo le gritaba, aquí no hay ríos y el policastro le respondía, también se lo hago.
Había un riquillo, que lo sacaban en la prensa de su adversario, dibujado como si fuera una mujer. El poder como botín, se repartía como pastel. Un pedazo para ti, otro para allá. Desde el gobierno, muchas obras construidas en papel; se destinaban las partidas y no se hacía nada. Hay uno que se ganó el nombre del sembrador de escuela. Como dice la canción, llegó el general y se acabó el fiesto, la democracia de piratas y filibusteros. Hoy , cierto vivimos tiempos diferentes; arrastramos como taras algo o mucho de aquel accion régimen.
El comejen de antes, ha reverdecido con viejas prácticas y algunas más sofisticada. Al final del cuento, nuestra democracia, es como una mesa con tres patas, incapaz de generar equilibrios y peor, con una base institucional agotada. No hay discurso dd estado; menos horizontes claro de luz hacia una nueva república. La política ha sido secuestrada por policastro que han hecho de esta su gran negocio. Algún día, los mercaderes serán echado del templo del decoro y la dignidad.
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