En las circunstancias actuales que vive el país, en la que por un lado desean imponernos la privatización de la CSS, especialmente del manejo de sus reservas en manos de administradores de fondos privadas y en las que coetáneamente pretende el gobierno nacional empresarial imponer el desarrollo minero por la empresa First Quantum Minerals S.A., en esas azarosas circunstancias, el presidente electo de EE.UU. Donald John Trump, expresa el pasado 22 de diciembre; “nos están estafando en el Canal de Panamá como nos están estafando en todas partes”, remarcando que el Canal es “crucial para el comercio estadounidense y el rápido despliegue de la Marina”.
Según Trump, las tarifas que cobra Panamá son “sumamente injustas” y no tienen en cuenta “la extraordinaria generosidad” que tuvo Washington al cederle “tontamente” el control del canal.
Por ello, el presidente electo advirtió: “si no se respetan los principios, tanto morales como legales, de este magnánimo gesto de generosidad, exigiremos que el Canal de Panamá sea devuelto a Estados Unidos”.
“Por lo tanto, funcionarios de Panamá, les pido que se guíen en consecuencia”, continuó.
Por su parte el presidente panameño, José Raúl Mulino, en una comparecencia casi 24 horas después de la declaración de Trump, señalo: “El Canal de Panamá “es panameño y lo seguirá siendo”, respondiendo a las amenazas del presidente electo de Estados Unidos.
En el momento de la negociación y firma del Tratado Torrijos-Carter, José Raúl Mulino era parte de las fuerzas que se oponían a los tratados e hicieron campaña para que el mismo fuera rechazado por el pueblo panameño en el plebiscito del 23 de octubre de 1977. El sector privado que ahora le acompaña en su gobierno, la mayoría estaban a favor del no y su expresión política siempre fue muy pro norteamericana, porque nunca los distinguió la lucha patriótica. Se saben más el himno norteamericano que el himno nacional de Panamá.
Estar al frente del Estado, desde la invasión del 20 de diciembre de 1989, llevó a la oligarquía a defender la invasión, y se sabe que uno de los propósitos subyacentes de la invasión no era el caso de Noriega como alegan, sino destruir a las Fuerzas de Defensa y retrotraer la historia para deshacer los tratados y que USA volviera a controlar el Canal. De hecho, el gobierno que se instaló en la Base de Clayton el 19 de diciembre en la prima noche, estuvo controlado en cada despacho por personal del ejército de EE.UU. hasta septiembre de 1994.
Desde diciembre hasta ahora, casi todos los sucesivos gobiernos de la república de Panamá han sido, unos más otros menos, extremadamente genuflexos al gobierno norteamericano de turno, incluyendo en el período pasado de Trump.
Ahora le toca a José Raúl Mulino, estando al frente de la nación, un patriotismo que no le conocemos, pero la historia le ha puesto la prueba enfrente y esa tarea no se puede cumplir fingiendo ser lo que no se es.
La actual circunstancia histórica no da para ser farsante, ni embustero, aunque, para llegar a la presidencia mintió alegremente, diciendo que iba a poner “chen chen” en el bolsillo de miles de incautos que, por estar detrás Ricardo Martinelli, le creyeron.
Ahora hay que ser absolutamente transparente, sin trampas y sin simulación alguna, porque nadie puede dar lo que no tiene.
El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
