Eduardo A: Reyes Vargas
Nadie en la humanidad escapa a estas fiestas, principalmente las poblaciones seguidoras del cristianismoDesde una visión religiosa se celebra el nacimiento del hijo del creador, Jesucristo.
Pero a la vez se desarrollan celebraciones de todo orden, familiares y colectivas que son muchas veces alejadas del verdadero significado de esa fecha
Los intereses comerciales por años y años han impuesto ese escenario materialista de regalos y regalos.
No lo puedo criticar pues son hábitos, creencias y costumbres que se inculcan desde la niñez.
Pero en ese proceso de maduración que otorga el avance en la edad sin duda nos lleva a reflexiones más profundas.
Una de ellas es que millones de creyentes cristianos y no cristianos sumergidos en la pobreza y pobreza extrema están a años luz distantes de esa celebraciones.
Con un balboa o dos de ingreso diario si lo hay, qué se puede esperar.
Una fecha más que transcurre para ellos como lo normal.
No hay ninguna diferencia salvo surja un acto caritativo de algunas personas, y que solo otorgan una felicidad pasajera.
Lo lamentable y triste es que hay suficientes recursos en el mundo para que ello no ocurra.
Es vergonzoso que mientras se reparten regalos, se liba licor, se derrocha, en esos momentos hay mucha hambre y muertes en esos grupos.
Para algunos, como mi persona, esas celebraciones combinan sabores agridulces.
La desidia, el desdén, la corrupción entre otras costumbre de gobernantes, ciudadanos, y poderes económicos causan ese escenario dantesco de miseria y vergüenza mundial.
Todo indica que es una marcha al infinito sin solución.
Solo anhelo como panameño que nos transformemos y seamos más solidarios con esa pobreza nacional que aún persiste.
Es quizás el simbolismo del nacimiento de Cristo, el nacer de un hombre y mujeres nuevas.
No se trata de bolsas clientelistas de comida ni de regalos pasajeros.
Se trata de convertirnos en una sociedad sujeta a valores éticos y morales que le den oportunidad a ese gran segmento poblacional para su ascenso social.
Si sentimos vergüenza por lo que le sucede al prójimo es la única vía digna a seguir.
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