El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Hace cuatro años, pasé por la Chorrera, hacia el interior y acababan de iniciar la obra de un puente que comunicaría la autopista y la pesa, a efectos de evitar el tranque que se formaba enfrente de la Espiga. Este fin de semana pasado, volví a pasar por el mismo lugar, y lo que estaba previsto que sería un alivio para la vialidad, se ha constituido en un histórico tranque descomunal por cuatro años consecutivos y los avances de la obra, no pasan del 30%, es decir, ni siquiera están terminadas las columnas, mucho menos las vigas y ni pensar en la rodadura.
Esta obra es un perfecto homenaje a la negligencia, a la insensibilidad e indolencia con el daño y perjuicio que le causan a todos los panameños que deben viajar al interior, con una obra que debió materializarse a lo sumo en 9 meses.
Parece que es una regla de quienes construyen a altos costos para el Estado que, llenan todo de señalización, contratan el mínimo personal posible, perturban lo máximo posible a los ciudadanos y demoran en demasía el cumplimiento de la construcción de las obras para justificar los altos precios o las adendas, como si fuera poco los perjuicios que provocan y lo que cobran. En muchos casos más de tres veces lo que cuesta una obra privada de la misma magnitud y especificación.
En un video pude observar cómo en 12 horas, en China construyeron un puente de ocho vías, desde la seis de la tarde hasta la 6 de la mañana, pero al ritmo que va la compañía que construye este famoso puente, parece que nuestros nietos podrán tener el privilegio de inaugurarlo, quizás, cuando el transporte terrestre haya sido reemplazado con otras alternativas de transporte tecnológico.
¡Así de sencilla es la cosa!
