(Tomado de El Post Antillano EPA)
(San Juan, 9:00 a.m.) El Partido Union de Puerto Rico (PUPR) se fundó en el 1904 y lideró la política colonial hasta el 1932. No sin contradicciones solicitaba mayor autonomía para la isla. Coqueteaba con la estadidad y la independencia, pues tenía personas de todas las ideologías en ese proyecto. En el 1938, se funda el Partido Popular Democrático (PPD), que inicialmente coqueteaba con la autonomía, la soberanía y la independencia. Ambos partidos promovían administrar bien la colonia. ¿A partir del 2016, quién sustituye al PUPR y al PPD?
Es curioso, pero en la larga y consistente hegemonía de la metrópoli en Puerto Rico, es decir Washington, todo indica que la colonia se dirige por distintos vectores. Uno de ellos, como diría Franz Fanon, son los partidos coloniales, los cuales mientras menos antagónicos a la relación colonial, y más propensos a la sana administración de este entuerto, más favorecidos por la metrópoli.
En esta medida, es importante destacar que a partir del la sentencia del caso de Pueblo v. Sánchez Valle del 2016, cuando implícitamente la Corte Suprema de los EE.UU. declara el fin del Estado Libre Asociado, comienzan a surgir nuevas respuestas de entronque más colonial para la buena administración de la colonia. Esto se confunde con algunos sectores en desafecto que, y con razón, hastiados de la corrupción local, buscan desesperadamente administrar bien la colonia para con esa narrativa llegar al poder.
Pero ciertos sectores del independentismo y la izquierda, obsesionados con llegar al poder, venden la idea de un gobierno sano, como carta de triunfo. Volvamos a Fanon, eso es un problema del colonialismo. Ser buenos, en la colonia, es una condición determinada por el amo. Alcancemos la independencia, es decir, la soberanía plena, y sin el gobierno de Washington, establezcamos nuestras propias normas de gobernanza democrática y legal. Solo matando al dios del miedo, como nos dijo el poeta nacional Juan Antonio Corretjer, solo así seremos libres. Pensemos.