Editorial
Otra vez, en los momentos estelares de nuestra historia, los grandes sectores económicos del país guardan un espantoso silencio cómplice con quienes quieren despojar al país de sus mayores bienes económicos que nos deben servir para sacar de la pobreza y la impresentable desigualdad a más de dos millones de panameños que son presas de la pobreza y amplias carencias.
Han llegado, estos mismos sectores, al descaro de reclamar respeto a la seguridad jurídica, cuando son ellos mismos, los autores del delito y los que exponen al país a la deshonra y vulneran nuestro ordenamiento jurídico de manera flagrante en forma desafiante y funesta.
Tenemos, mientras tanto en Panamá, un Procurador que ni oye y ni ve el atraco público que contra nuestro patrimonio se comete, convirtiéndose en un cómplice del criminal despojo que se comete contra la república, ni hace absolutamente nada frente a estos execrables hechos que hemos denunciado sostenidamente de este medio. Se da el caso dramático que, nuestras autoridades no están instituidas para proteger en su vida, honra y bienes a los nacionales, sino que nos han dejado íngrimos y en total desamparo.
El Estado panameño debe inhibirse de sentarse a negociar con delincuentes y permitirles que hagan algún trato con la república, porque la dignidad nacional y la moral pública exigen que sea lavada la vergüenza nacional.
Que nuestro Señor Jesucristo nos ayude a rescatar nuestro honor, dignidad y patrimonio. Amén.
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