Por Ramiro Guerra M.
Abogado, escritor y cientista político.
En otras épocas, este perverso fenómeno del bestial alza de precios de los alimentos y medicinas, se constituía en la excusa para movilizar al pueblo.
Hoy, a pesar de esos descomunales aumentos, existe un adormecimiento de conciencia que anula respuestas de masas.
Al pueblo lo entretienen con discursos triviales y todo un formato que tienden a enajenar y desmovilizarlo, ya Noam Chomsky lo ha explicado muy bien.
Las programaciones de los medios mediáticos de la oligarquía, son los instrumentos para matar las posibilidades de una conciencia crítica en torno al entorno esquizofrénico de precios, que nos rodea y que empobrece y aniquila.
Lo vengo denunciando, la especulación se ha tornado salvaje. Ninguna autoridad vela por los intereses de la comunidad. Estamos a merced, de un empresariado que, lo único que lo mueve, son las ganancias millonarias, el sonido de sus cajas registradoras. En estos días, uno de ellos se vanagloriaba, que obtuvo ganancia por el orden de los 96 millones de dólares anuales.
Me molesta, cuando hay individuos y gobiernos, que dicen que van a mejorar los niveles de existencia del pueblo y de los trabajadores.
Falacias, hipocresía inaudita y discursos demagógicos. Nada se dice sobre factores que inducen al fenómeno señalado. Una economía donde empresas operan con criterios de monopolios, carteles, verbigracia los supermercados, las distribuidoras de energía eléctrica. Igual compañía de seguros multimillonarias. Todas especulan criminalmente y esas eran las que clamaban la desregulación absoluta y total, para poder producir esas ganancias descomunales frente a la pobreza rampante de millones de seres humanos en el país.
La oligarquía no tiene corazón ni patria.
Un datito, no reparan en la durabilidad de los productos a la venta. He observado que, sobre el precio de vencimiento, colocan otro. Eso es delito. Me ha pasado, es decir soy testigo hábil de los hechos.
Lo anterior tendrá que reventar. Cuándo?, no lo sé. Lo cierto que, esta cruda realidad se combate en las calles. Se trata de que los panameños salgan por cientos de miles a frenar el abuso de la oligarquía y sus cómplices. No veo de otra. O seguir aguantando hasta el punto de acabar con nuestras vidas.
Por todo lo anterior, externé mi preocupación, cuando el señor presidente electo, dijo que, su gobierno es de la empresa privada. Pienso, que no tiene la comprensión en torno a los efectos y consecuencias de tal afirmación.
En manos de quiénes, pone el destino de la patria y del pueblo? Terrible y que Dios nos agarre confesados.
Valga estos juicios, para criticar al movimiento popular, sus organizaciones. Hace falta mayor empatía con el pueblo y sus problemas. Caemos muchas veces en los escenarios de las luchas economicistas, de lo trivial que, nos montan las élites del poder económico.
Y qué decir de los aspirantes a líderes, sus discursos están lejos del pueblo.
Como escribió Antonio Gramsci, hay que pasar del momento ético pasional hacia la acción consciente y renovadora. (Catarsis).
Seguramente saldrán a criticarme y dirán, se trata de opiniones de izquierda. Bueno en verdad les digo, el buen cristiano hace suya estas posturas.
Dios Bendiga a los panameños.
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