Se le olvida a la bisoña canciller, el fiasco que para la política internacional de Panamá ha sido adherirse al malogrado Grupo de Lima. Se le olvida también que Panamá debe conservar una postura neutral respecto a hechos internos de los países que corresponden exclusivamente resolverlos a sus ciudadanos.
No quisiera pensar que se trata del cumplimiento de una asignación de un papel que nuestros amigos del norte le hayan asignado a nuestra genuflexa expresión exterior.
Recuerdo muy bien una conversación que mantuve con el General Manuel Antonio Noriega Moreno, por un lado y con Moisés Cortizo por el otro, quien fue el traductor de una reunión que se realizó en el despacho del Embajador de los Estados Unidos en Panamá, Arthur Davis, y en el que el Almirante John Poindexter, le ordenaba a Noriega que utilizara las fuerzas élites de las Fuerzas de Defensa para intervenir en Nicaragua en la que fuera la punta de lanza de una compleja operación militar (Invasión) norteamericana para destruir el gobierno Sandinista de ese momento.
También ordenaron que Panamá cediera la isla de Coiba para desarrollar allí, en su selva, unos campamentos de entrenamiento de las tropas de los contras nicaragüenses. La respuesta de Noriega fue negarse a tales pretensiones por tres razones:
1.- Que el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá, le impide a nuestro país ser parte beligerante de conflictos, nacionales o regionales, y menos si los mismos no son operaciones aprobadas por la Organización de Naciones Unidas, en estricto respeto al Derecho Internacional.
2.- Las Fuerzas de Defensa de Panamá, son eso; dijo Noriega, y por tanto, no son una Fuerza ofensiva.
3.- Nicaragua es un país amigo, con el cual tenemos relaciones amistosas y de cooperación en muchos aspectos por lo cual, al ellos respetar nuestra situación interna, no veo, dijo Noriega, cómo podemos justificar una acción como la que ustedes nos solicitan.
La reunión terminó en muy malos términos y un mes después, se levantó en Estados Unidos, en el Sur del a Florida, el Indictment que todos conocemos y que se utilizó amenazantemente para expresarlo en esa reunión, si Noriega y la FDP no cumplían con la tarea asignada por el Pentágono y el Departamento de Estado, por orden del Presidente Reagan, cuando al final de la reunión, con un tabaco habano entre sus dedos, lleno de rabia y soberbia, el almirante Poindexter, con su dedo acusador los fijó al rostro de Noriega y dijo: “aténgase a las consecuencias”.
No quiero pensar que en las actuales circunstancias nos estemos prestando para ser parte de un coro que pretende entrometerse en un tema que le corresponde al pueblo nicaragüense resolver en forma pacífica a través de los votos. Nuestra Política internacional debe poner a salvo nuestro interés nacional y en modo alguno debemos prestarnos para resolver intereses geopolíticos, ajenos a los nuestros.
¡Así de sencilla es la cosa!