El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Eduardo A. Reyes Vargas
Con gran dolor por el amor incondicional a nuestro país cada día observamos con rabia y tristeza se nos entrega a poderes económicos foráneos.
Nuestra independencia de Colombia o separación, tiene pasajes aún oscuros de cómo la misma se llevó a cabo.
Inclusive hay historiadores que se atrevieron a decir que fluyo dinero.
Post invasión de l989 que fue solicitada por algunos malos panameños, se inaugura una nueva entrega y se pierde los escasos residuos de soberanía real que poseíamos.
No sé si somos ya el número 51 de….
A partir de allí, hay una tendencia creciente a dejarnos arrebatar instituciones públicas como IRHE, INTEL, Ingenios Azucareros, cementeras, Casinos, Puertos, El Ferrocarril, etc. qué en una u otra forma aportaban al erario público para ser invertido en obras sociales.
Hoy esas grandes ganancias parten hacia afuera.
La cura privatizadora resulto peor que la enfermedad
Pregúntenles a usuarios de distribuidoras eléctricas o de la comunicación como se sienten.
Hoy el país debate dentro un escenario pacífico aún, un contrato ley o como desee llamarse, que entrega una vez más nuestros bienes más allá de un arreglo legal equitativo.
Y crea un problema quizás de conflicto internacional por alguno de sus propietarios de la minera en cuestión.
Entendemos que nuestra nación debe abrir paso a ciertas inversiones ante las limitantes económicas gubernamentales muchas veces productos de despilfarros y de corrupción.
Pero con la mayor equidad y sin violentar nuestra salud, hacienda pública, régimen ecológico etc.
La manera más sencilla es entregarnos. Sin ser creativos en otras fuentes de inversión.
Los que han aprobado este documento deben tener claro las violaciones elementales a la Constitución vigente.
Podrán ser sometidos a juicios, aunque pasen algunos años, cuando ya hayan perdido algunos privilegios del poder.
Grandes Constitucionalistas de gran credibilidad han manifestado su clara y excelente sustentada opinión.
Han neutralizado el famoso temor a demandas internacionales, cuando las violaciones iniciales fueron parte de estos documentos.
Queda a la Asamblea escuchar a las mayorías del país y retirar ese nuevo documento que tiene visos de casi un tratado a perpetuidad.
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