Los diputados ya no cubren el mínimo de su deleznable e indecorosa conducta pública y poco les importa lo poco que queda de decoro de la Asamblea Nacional, donde deberían procurar ganarse la consideración y el respeto de la sociedad.
El país y su gente, sufren las carencias de la pandemia, pero como corolario, deben también sufrir esas escenas que avergüenzan y ahuyentan la confianza ciudadana, como las realizadas con toda la frialdad para que seamos víctimas de actos de esta naturaleza que encubren atracos de toda clase y el robo de nuestra paz. Pero debemos estar claros que, no podemos pedir peras al olmo.
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