Editorial
Los que determinaron llenarse de cosas y de bienes como sea, sin mediar la legitimidad de sus adquisiciones, hoy cuando muchos disfrutan de una alegría y paz inmensa en esta especial época, a ellos los turba la angustia y serían capaces de dar lo que tienen por un poco de paz.Cuando el hombre entienda que los bienes espirituales son perdurables y benéficos, y no le debe dar el valor a las cosas materiales, más allá de lo que intrínsecamente representan, entonces, el espíritu de avaricia será recortado y la ambición humana tendrá un obstáculo, que es la sensatez. Entonces y solo entonces, tendrá el hombre sosiego, porque él surge por medio de la Justicia.
En estos días, donde compartimos comidas y bebidas y también regalos, nos damos cuenta que cuando compartimos, alcanzamos la felicidad que añoramos.
No importa, para algunos que viven en la zozobra, por causa de la avaricia y la ambición, si el pan pudiera tener un buen olor, si la rosca es cara y de excelente vistosidad, es decir aromático y bello, pero en fín, aún amargo. Difícil hasta de tragar y lejos de alimentar, se convierte en algo que se deglute más como obligación formal que como un placer.