Por: Pedro Rivera
Platón, al igual que Sócrates, y luego Aristóteles, sostuvieron que el propósito de la política era, es, garantizar que los gobernantes, con el conocimiento de lo humano en el hombre, crearan ámbitos sociales que le dieran felicidad y que la vida valiera la pena.No sé si semejante propósito se haya cumplido en algún lugar, en algún tiempo.
Ya con la edad, las lecturas, la experiencia en situ, y pensar contracorriente, he tenido la buena o mala o suerte de hurgar con distintas herramientas la psique humana en relación con su naturaleza biológica, gregaria y cultural. Y ya nada me sorprende ni deprime.
No tengo la menor duda de que lo humano en el hombre ya se conoce y lo conocen al dedillo los zôion politikón, otros muchos intuitivamente, pero no para cumplir el propósito de esa triada de filosófica, sino para sacarle provecho.
Panamá, en este momento, es uno de los laboratorios vivientes más sorprendentes del mundo para las ciencias sociales, una especie de zoo humano al aire libre, que nos permite vernos a todos tales como somos.
Nuestros odios, miserias, intolerancias, hambres reales y apetitos desbordados, egoísmos, psicopatías, ignorancia, indiferencias, emociones, horrores, sueños y esperanzas, incluso alegrías están expuestos.
Y eso, aunque parezca mentira, se lo debemos a un solo hombre.
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