El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por Ramiro Guerra M. Abogado y cientista político.
El título de este artículo es una bomba que el día que explote, sufrirá la nación y todos los panameños. Estamos observando hechos que presagian tal cataclismo.La sociedad, su porosidad está infectada por el síndrome de la corrupción. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. La delincuencia ha rebasado los procedimientos de control. Nadie está seguro en sus casas y en las calles. No hay lugar seguro. Todos estamos merced a un asalto que puede terminar con nuestras vidas.
La justicia sigue en la tarjeta de tiro de las críticas, qué decir del parlamento y un ejecutivo que no sabe agarrar el toro por los cuernos. No hay liderazgo de nada. Un régimen de partidos, que se quedaron en el pasado; las mismas taras. Una ciudadanía atrapada en los tentáculos del clientelismo. Una juventud que no ve salida a sus problemas existenciales. La educación no la ven como alternativa de nada.
La cultura de nación y su defensa ha venido a menos. El país con una deuda externa escandalosa. ¿Para qué? Si tenemos índice de desarrollo muy pobre. Un gobierno que ha creído poner un pica en Flandes, con esos programas de asistencialismo que no sacan a nadie de la pobreza.
Lo que tenemos hoy de país, es resultado de un arrastre de más de lo mismo. Prueba al canto, 15 años pasaron desde el gobierno de Martin Torrijos reformó la ley de la caja del seguro social. Los gobiernos se hicieron los locos y miraron para otro lado. Todos tienen responsabilidad en la grave crisis de gobernanza, democracia e institucionalidad. Y hoy se presentan como la solución a la tragedia que ellos mismo coadyuvaron a generar.
Lo escribo y lo reitero, la raíz de esta crisis, tiene su origen en la supremacía de sectores élites de poder, que controlan el país y gobiernos. Imponen esa hegemonía y dominio sobre toda la nación. No se trata de abanicar la lucha de clases, sino de mediatizar esa hegemonía de tal suerte que, se abra la ruta de un estado de mayor equilibrio en todos los órdenes de la vida nacional.
Predomina un ambiente inducido de adormecimiento y lumpenización del entramado social.
¿El que hacer? La realidad muy compleja. Una sociedad segmentada y donde cada cual se cocina en su propia salsa. No hay ese espíritu de unidad nacional hacia objetivos nacionales. Bueno, la esperanza y el optimismo no se pueden perder. Buenos panameños los hay y son muchos. Seguir bregando. No hay de otra.
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