El 31 de julio de 1981, para muchos investigadores, la historia de Panamá dio un giro de 180 grados. El líder de la Guardia Nacional fallecía al querer cumplir otro de sus acostumbrados viajes a la región montañosa de Coclesito, un pueblo rural que en ese entonces parte del distrito de Donoso en la provincia de Colón.

La aeronave DeHavilland Twin Otter (DHC-6) con matrícula FAP 205 propiedad de la Fuerza Aérea Panameña piloteada por el capitán Azael Adames y su copiloto Víctor Rangel se estrelló cerca del mediodía en el cerro Marta.

Junto al militar Torrijos también morirían en el lugar el piloto y el copiloto, más la odontóloga Teresa Ferreira, el sargento Ricardo Machazek (escolta), el mecánico Eric Rivera y el asistente Jaime Correa.

A juicio del abogado Jaime Flores, el General pasó a la historia como un líder que dirigió un movimiento de corte revolucionario destinado a darle un giro a la política partidocrática burguesa que se afianzó en el país desde 1903, con liberales y conservadores, miembros de las élites citadinas.

Luego de la muerte de Torrijos, de la cual varios autores culpan a la estadounidense Agencia Central de Inteligencia (CIA) y sus planes contenidos en los programas Santa Fé 1 y 2 para América Latina, la burguesía se dio a la tarea de desprestigiar su figura y legado, señaló.

Para el comunicador José Dídimo, de la revista de análisis político El Periódico de Panamá, la muerte de Torrijos fue un golpe demoledor para el pueblo.

En conversación con Prensa Latina, el periodista recordó que por esos días los jóvenes se aprestaban a realizar el XI Congreso General de la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP)(4-7 de agosto de 1981) y se previó que lo inaugurara el general.

“Como a eso de las once de la mañana, de ese sábado, alguien nos informó que había salido de Penonomé el viernes 31 de julio en la tarde y no había llegado a su destino que era Coclesito, un vuelo de alrededor de siete minutos en la aeronave Twin Otter 205 de la Fuerza Aérea”, rememoró, pero se temía por su vida por las malas condiciones climatológicas.

Pero después vino la confirmación de la noticia y el país vivió un momento como si el tiempo se hubiera detenido, subrayó.

Miles de panameños humildes le lloraron con absoluta sinceridad, pero quizás en ese momento, consideró, no podían saber hasta dónde esa muerte era un revés profundo y perverso contra sus conquistas.

En ese sentido rememoró la trascendencia de los Tratados Torrijos- Carter de 1977 sobre la devolución del Canal de Panamá y la zona adyacente que, además, sentó las bases para una relación más respetuosa de Washington con Latinoamérica, aunque siempre mantuvieron sus intereses para apoderarse de la estratégica vía interoceánica.

Según explicó, llegado el momento, satanizaron a Manuel Antonio Noriega y procedieron conforme a sus planes y éste fue el detonante que sirvió de base a la criminal invasión del 20 de diciembre de 1989 y hasta ahora desde el Comando Sur, situado en la Florida, desarrollan todo tipo de programas para mantener un control geopolítico del continente, utilizando el emplazamiento de bases situadas en la provincia de Darién.

Según Dídimo, ese fue el marco operativo y doctrinal en el que sucedió la muerte sospechosa del general Omar hace 43 años y que consta en el llamado Documento de Santa Fe, de la Agencia Central de Inteligencia, redactado entre los años 1980 y 1986.

Omar Torrijos aportó su sangre en la lucha por nuestra independencia, por la dignificación de los pobres y la mayoría de los panameños. El amor a su pueblo lo llevó a pagar un alto precio, por atreverse a levantar la bandera de nuestra dignidad y decoro, aseguró el analista.

mem/ga

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