El Periódico de Panamá Revista de Análisis Político, Económico, Social y Cultural.
Por: José Dídimo Escobar Samaniego
Como reditando la historio de piratas y corsarios del siglo 17 y 18, La banca en contubernio con el gobierno inglés, han hecho lo indecible para robarle 31 toneladas de lingotes de oro venezolano depositados por el gobierno venezolano en el Banco de Inglaterra, alegando desde hace tres años subterfugios legales para apropiarse de esa inmensa riqueza perteneciente a su dueño, el pueblo venezolano.Los lingotes de oro, valorados en más de US$1.000 millones, están en las bóvedas de la institución inglesa y pertenecen a Venezuela, que ahora quiere venderlos y usar los fondos para combatir la propagación del coronavirus en el país, según afirma el gobierno de Nicolás Maduro, pero no hay manera que Inglaterra los devuelva y ensayan todo tipo de acciones para quedárselos, en una franca reedición de piratería, que en tiempos pasados era patrocinada por la Corona Inglesa em claro asalto al derecho internacional y a principios comerciales universales.
No Obstante, a los esfuerzos interpuestos por el gobierno venezolano, el Banco de Inglaterra, con talante pirático, ha rechazado arbitrariamente, la legítima solicitud venezolana.
El Banco Central de Venezuela y la institución bancaria británica realizaron un contrato de depósito del oro, pero desde hace tres años, el banco y el gobierno británico han rehusado devolver el mismo, aduciendo criterios de valoración política que no está contemplado en dichos contratos, mientras que el pueblo venezolano tiene que afrontar serias dificultades para enfrentar la situación de pandemia y teniendo recursos que de manera unilateral los ingleses imponen esos criterios de retención o apropiación ilegal, contrarios al derecho internacional y a los resultados de las últimas elecciones venezolanas que han sido reconocidas por la comunidad internacional y finalmente la última declaración de los cancilleres del hemisferio, preparatoria de la Próxima Cumbre Iberoamericana, recién adoptada en Santo Domingo, República Dominicana.
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