Por Ramiro Guerra. Abogado y cientista político.
Bandera panameña mancillada por el ejército norteamericano, Dic. de 1989.
A pesar de tanta felonía y ataque a la dignidad patria, a nuestro sentido de pertenencia nacional, la nación resiste a que no se reduzca a no tener personalidad ganada en luchas que vienen de hace siglos.
Panamá, no es una nación improvisada, menos inventada. El maestro Ricaurte Soler y distinguidos investigadores, han aportado pruebas de lo señalado.
Intentaron borrar la historia de las relaciones con los Estados Unidos; en esos iter se fue dando a una conciencia nacional fuerte. La invasión a nuestro país, trajo el proyecto de destruir lo señalado. Después, se plantearon reducir y mediatizar los estudios de filosofía. El no pensar con sentido de duda y crítica ha sido el objetivo para anular la creatividad pensante que da esa manera de pensar y hacer. Después, liquidaron el estudio de la historia entre EE.UU. y Panamá, para que nuestra juventud no conozca de dónde hemos venido y cuál ha sido la lucha. La educación, sin embargo, sigue sin dar bolas. Eso ha sido absolutamente intencional.
Hay un proceso muy fuerte de elevar la seudo conciencia a lo natural y normal.
En los últimos lustros post invasión, esa ha sido la agenda programática de las élites del poder económico y autocrático y de los Estados Unidos que persevera en hacernos un protectorado y país tutelado. Ese proceso está en curso.
Lo vienen haciendo, pero no lo lograran; tenemos memoria y eso está en el ser panameño.
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