El ejército ruso ha ganado la guerra contra los “banderistas” en Ucrania. Mientras, en Occidente, la OTAN gana la guerra cognitiva contra sus propios ciudadanos. La alianza atlántica ha perfeccionado una nueva forma de propaganda basada en algo que hasta hace poco denunciaba: las fake news. Pero ya no se trata tanto de información falsa sino más bien de información sesgada.
«El logro supremo del arte de la guerra no es someter al enemigo por la fuerza sino doblegarlo sin derramar ni una gota de sangre.»
Sun Tzu, El Arte de la Guerra
El general francés Philippe Lavigne, jefe del «Mando Aliado de Transformación» (Allied Command Transformation o ACT) de la OTAN, se encarga de supervisar las investigaciones sobre los nuevos métodos de propaganda. El Mando Aliado de Transformación dispone de 21 «Centros de Excelencia». Uno de ellos es el NATO Strategic Communications Centre of Excellence, también designado como StratCom debido a su denominación de “Comunicaciones Estratégicas” [1], y tiene su sede en Riga, la capital de Letonia. El StratCom de la OTAN es el creador de una entidad denominada Encrucijada de la Innovación de la OTAN (iHub), bajo la dirección del francés Francois du Cluzel, ex profesor en la Escuela Militar Interarmas de Coetquidan, en Francia, y financia investigaciones de la Johns Hopkins University y del Imperial College of London sobre las capacidades cognitivas. Esas investigaciones abarcan todo el conjunto del campo cognitivo y sus variadas aplicaciones van desde los soldados biónicos hasta la propaganda de guerra.
La idea general de la OTAN es agregar a los cincos teatros habituales de operaciones militares (aire, tierra, mar, espacio y teatro cibernético) un sexto teatro de operaciones: el cerebro humano. «Mientras que las acciones desarrolladas en los cinco sectores [tradicionales] se ejecutan para obtener un efecto sobre el campo humano, el objetivo de la guerra cognitiva es convertir a cada persona en un arma», escribe Francois du Cluzel.
En la Primera Guerra Mundial, la propaganda de guerra se basaba en informaciones falsas popularizadas por verdaderos escritores. Después, durante la Segunda Guerra Mundal, la propaganda de guerra se basó más bien en la repetición de ciertos mensajes previamente seleccionados. Pero, hoy, la propaganda de guerra se concibe como un acto de ilusionismo [3]. Su objetivo es conmover a la gente para distraer su atención y esconderle lo que no debe ver. El público juzga lo que ve a través de la información previamente seleccionada –a menudo sin interés– que se le proporciona constantemente. De esa manera, sin recurrir a la mentira propiamente dicha, se logra engañar a la opinión pública.
Con la guerra en Ucrania, estamos viviendo la primera aplicación de esa nueva forma de propaganda de guerra.
Para facilitar la comprensión de lo que acabo de explicar, presentaré aquí varias informaciones que caen en la categoría de “lo que el público debe ignorar” y luego abordaré la “cobertura” de la guerra en Ucrania por parte de la televisión estatal de Francia. Me refiero a la televisión estatal francesa sólo porque es la que tengo más cerca, pero el resultado sería el mismo si nos refiriésemos a ejemplos de Alemania, del Reino Unido o de Estados Unidos.
Responsabilidad de los dirigentes occidentales en la guerra de Ucrania
En Occidente, la narrativa sobre la guerra en Ucrania atribuye absolutamente toda la responsabilidad al presidente ruso, Vladimir Putin, y subsidiariamente a las personalidades políticas y financieras de su gobierno. Pero esa versión resulta totalmente falsa cuando vemos los reportes diarios de los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
En efecto, los observadores de la OSCE reportaron haber oído un ataque de las fuerzas de Kiev contra el Donbass, aún ucraniano en aquel momento… en la tarde del 17 de febrero. Todas las agencias de prensa reportaron entonces el éxodo de al menos 100 000 civiles hacia el interior del Donbass o hacia Rusia. Mientras tanto, en Munich, los principales dirigentes políticos de los países miembros de la OTAN oían al presidente ucraniano Volodimir Zelenski decirles –durante la Conferencia de Seguridad– que quería dotarse de armamento nuclear contra Rusia. Ante esos hechos, resulta evidente que no fue Moscú sino Kiev quien inició las hostilidades.
Nadie puede creer que Kiev haya iniciado esta guerra contra un enemigo muy superior sin haber recibido antes ciertas garantías de parte de aliados aparentemente capaces de defenderlo frente a Rusia. Y esos “aliados” sólo pueden ser la OTAN o Estados Unidos, o eventualmente otras dos potencias nucleares: Francia y el Reino Unido.
La primera reunión donde se presentó esta guerra como algo conveniente tuvo lugar el 5 de septiembre de 2019, en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y fue organizada por la RAND Corporation –el think tank, o “tanque pensante” del complejo militaro-industrial estadounidense.
El objetivo de aquella reunión era presentar a los congresistas dos informes titulados:
Overextending and Unbalancing Russia (Sobreextender y desequilibrar a Rusia) y
Extending Russia: Competing from Advantageous Ground (Extendiendo Rusia. Competir en Terreno Ventajoso) [4].
La idea fundamental que se expuso aquel día en la Cámara de Representantes de Estados Unidos era utilizar contra Rusia la particularidad sobre la cual ese país ha basado su defensa. Ya que Rusia es un territorio gigantesco que los rusos defienden evadiendo al enemigo y aplicando una «estrategia de tierra quemada» [lo cual impide que el enemigo que avanza en suelo ruso encuentre allí lo necesario para reaprovisionarse], habría que obligar los rusos a salir de sus fronteras para debilitarlos.
La importancia de aquellos informes queda demostrada por un incidente que afectó a uno de nuestros colaboradores, el geógrafo italiano Manlio Dinucci. Su artículo sobre ese tema, publicado en nuestro sitio web [5], fue censurado por su propio diario, Il Manifesto, y Dinucci se vio obligado abandonar la redacción de esa publicación italiana.
Tres hechos demuestran la implicación de Estados Unidos, del Reino Unido y de Francia en la preparación secreta de la guerra de Ucrania.
El 24 de marzo de 2022 se publicó el video de una conversación telefónica de 22 minutos entre el ministro de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, y los humoristas rusos Vladimir “Vovan” Kuznetsov y Alexei “Lexus” Stolyarov. Uno de los humoristas se hizo pasar por el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, a quien el ministro británico conoce sólo de nombre.
• El humorista ruso preguntó al ministro de Defensa británico qué tipo de ayuda aportaría el Reino Unido para que Kiev se dotara del arma nuclear. El Muy Honorable Ben Wallace respondió que tendría que consultar el asunto con el primer ministro Boris Johnson pero que «el principio es que apoyaremos a Ucrania como amigo en cualquier opción que ustedes adopten». En una sola frase, el ministro británico de Defensa echó por tierra el Tratado de No Proliferación de las armas nucleares.
• Sobre los misiles antitanques Next generation Light Anti-tank Weapon (NLAW) que el Reino Unido acaba de enviar al ejército ucraniano, el ministro británico admitió que no funcionan bien y que también había enviado piezas de repuesto.
• Pero fue sobre todo al hablar de la OTAN, cuando Ben Wallace habló más de lo debido. El ministro británico invitó nuevamente Ucrania a unirse a la alianza atlántica y de pasó reveló involuntariamente que el Reino Unido ha estado enviando durante años instructores militares al ejército ucraniano.
El gobierno de Boris Johnson desplegó todos los medios para ocultar, o más bien restar importancia a las declaraciones de su ministro de Defensa afirmando que la conversación había sido de sólo 10 minutos –fueron 22 minutos– y prohibiendo terminantemente a YouTube –ahora en manos de Google– la difusión del video completo. Por demás, Londres instruyó a los medios de prensa occidentales para que mencionaran sólo la cuestión de la bomba atómica y que ocultaran los otros dos puntos mencionados. Es lo que siempre hacen los británicos: no negar todo sino concentrarse en hacer desaparecer los temas más peligrosos.
El 25 de marzo, el presidente estadounidense Joe Biden estuvo en el Palacio de Congresos de Rzeszow, en Polonia, en compañía de Samantha Power, ex embajadora de Estados Unidos en la ONU y hoy directora de la USAID, y del presidente polaco, Andrej Duda. Y ya que hablamos de Andrej Duda, no está de más recordar que este señor hizo que el parlamento polaco adoptara una ley que niega el papel del Estado polaco en los crímenes nazis y prevé procedimientos judiciales contra quien se atreva a mencionar ese tema. Pero volvamos al 25 de marzo. Ese día Biden conversó con varias ONGs para elogiar su ayuda a los refugiados ucranianos y después pronunció un discurso ante los soldados de la 82 División Aerotransportada estadounidense estacionados en Rzeszow [6]. Luego del discurso, Biden fue al comedor de los soldados y habló con ellos, sin discursos preparados ni cámaras de televisión. Sucedió entonces lo que siempre sucede cuando este presidente estadounidense de 79 años se sale del guión… Biden comenzó a decir lo que no debía. Según los testigos, Biden agradeció a los soldados su largo compromiso en Ucrania… oficialmente nunca ha habido soldados estadounidenses en Ucrania.
El 29 de marzo, el general Eric Vidaud, director de la inteligencia militar francesa, fue destituido, sin explicación oficial. Parece que anteriormente, como jefe de las operaciones especiales de las fuerzas armadas francesas, el general desplegó hombres en Ucrania –en 2021 y siguiendo instrucciones directas del estado mayor particular del presidente francés Emmanuel Macron– para dirigir el regimiento Azov, conformado por los “banderistas” que Rusia señala como neonazis. Inmediatamente después de la destitución del general Vidaud, 5 helicópteros ucranianos trataron –el 30 de marzo– de escapar de Mariupol, ciudad sede del regimiento Azov, cercado allí por las fuerzas rusas. Dos de esos aparatos fueron derribados y el ejército ruso hizo prisioneros a varios sobrevivientes, que de inmediato proporcionaron información confidencial. Oficialmente, los militares del Mando de Operaciones Especiales de Francia dependen del jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, el general Thierry Burkhard, pero eso es sólo en materia de logística porque en realidad reciben sus órdenes directamente del comandante en jefe de las fuerzas francesas… el presidente Emmanuel Macron.
Resultado: las relaciones entre el presidente Macron y el presidente Putin se han vuelto gélidas.
Cómo se oculta la realidad con
la propaganda de guerra
En Francia, el gobierno dispone de una entidad estatal –France Télévisions– que controla los canales de televisión pertenecientes al Estado. Uno de ellos, France 2, tiene la mayor audiencia del país. Otra entidad perteneciente al Estado, France Médias Monde, supervisa y controla los programas de las radios y televisiones estatales francesas hacia el exterior. France Médias Monde depende directamente del ministerio de Relaciones Exteriores y controla las transmisiones del canal informativo francés France 24 en diferentes idiomas.
Cuando la periodista “estrella” de France 2 Anne-Sophie Lapix entrevistó a Andriy Sadovy (ver foto) sin darse cuenta de que estaba ante un oligarca banderista fue como si hubiese entrevistado a Goebbels sin notar que era un nazi.
Para empezar, el 14 de marzo France 2 –televisión estatal francesa– transmitió en vivo un noticiero con su presentadora estelar Anne-Sophie Lapix desde la ciudad ucraniana de Lviv. Ese noticiero o diario hablado reúne diariamente algo más de un 20% de la teleaudiencia francesa. La presentadora Anne-Sophie Lapix mostró imágenes de destrucción y de refugiados traumatizados y se paseó por toda la ciudad… pero “no vio” el imponente monumento que glorifica allí a Stepan Bandera (1909-1959), el jefe de los colaboradores ucranianos de los nazis. Anne-Sophie Lapix interrogó al alcalde de Lviv, Andriy Sadovy, sin explicarle al público francés que ese individuo es uno de los principales oligarcas ucranianos y sin pedirle alguna explicación sobre el llamado a matar rusos, incluyendo mujeres y niños, que la televisora de ese personaje había transmitido el día anterior –invocando el ejemplo del SS Adolf Eichman y tampoco se precisó nunca en ese noticiero que aquella transmisión era una iniciativa del propio Andriy Sadovy, bien conocido como banderista, y de su esposa, quienes fueron por cierto clientes de la agencia francesa Publicis, cuyo director es Arthur Sadoun… el esposo de Anne-Sophie Lapix.
Por supuesto, el telespectador francés –que nada sabe de los homenajes públicos a los nazis realizados en Ucrania ni de las exhortaciones públicas a seguir “el ejemplo” de un oficial de las SS– sólo podía sentirse conmovido ante la acumulación de sufrimientos que le mostraba la televisión estatal francesa.
El 25 de marzo, France 24 –la televisora informativa del Estado francés para el exterior– abordaba en sus transmisiones en inglés el video de los humoristas rusos con el ministro de Defensa del Reino Unido Ben Wallace. Siguiendo instrucciones de la oficina del primer ministro británico Boris Johnson, la televisión del ministerio de Exteriores de Francia bromeó sobre las declaraciones de Wallace sobre la bomba atómica, pero sólo para ocultar sus confesiones sobre la ineficacia del armamento antitanque británico y, sobre todo, su involuntario reconocimiento de la presencia de instructores militares británicos en Ucrania desde hace años. La periodista que comentó el asunto presentaba a los humoristas rusos como “youtubers” –en realidad trabajan para el canal NTV– con lo cual ocultó deliberadamente que ambos humoristas rusos están censurados por YouTube en el país de la famosa 1ª Enmienda y de la libertad de expresión.
La campaña alcanzó su punto culminante el 31 de marzo con el noticiero de France 2 . France-Télévision, que hasta entonces había negado el carácter ideológico del regimiento Azov, transmitió ese día un reportaje sobre esa formación. Dijo que en 2014 se habían infiltrado en ella elementos neonazis, incluso citó a uno de sus fundadores –el neonazi Andriy Biletsky– pero acabó diciendo que finalmente el regimiento Azov había cambiado para convertirse en una respetable “Fuerza de Defensa”. Además, France 2 evitó cuidadosamente mencionar o citar a otro de los fundadores del regimiento Azov, Dimitro Yarosh, agente de la OTAN y ex coordinador de la alianza de neonazis europeos y yihadistas del Medio Oriente contra Rusia , hoy convertido en consejero especial del jefe de las fuerzas armadas ucranianas .
La televisión estatal francesa France 2 cita al neonazi Andriy Biletsky como jefe del batallón Azov en 2014. El viceredactor-jefe de France 2, Arnaud Comte, autor del reportaje, “no tuvo tiempo” de precisar que Biletsky, quien se hace llamar “el Fuhrer Blanco”, fue nombrado teniente coronel y condecorado por el anterior presidente ucraniano, Petro Porochenko, antes de fundar un partido político que reclama una limpieza étnica en Europa central. Tampoco dijo que Biletsky fue electo como diputado neonazi al parlamento ucraniano.
France 2 mencionaba en el reportaje un viejo informe de la ONU sobre la práctica de torturas por parte de los miembros de Azov, pero silenciaba otras declaraciones más recientes de las Naciones Unidas sobre ese asunto y el descubrimiento de cárceles secretas creadas por el regimiento Azov en Ucrania. El reportaje tampoco explicaba el papel de los banderistas como colaboradores de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y reducía el peligro a unos 3 000 o 5 000 de esos elementos, a pesar de que la agencia Reuters aseguraba que hay 102 000 banderistas en las numerosas milicias incorporadas a la Defensa Territorial ucraniana.
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